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En las últimas décadas la historiografía agraria pampeana dedicada al siglo XX se ha visto atravesada por lo menos por dos grandes líneas interpretativas, construidas en torno a un problema sobre cuya real dimensión y carácter tampoco había acuerdo posible: por un lado, la que buscaba interpretar la evolución supuestamente nada satisfactoria de la actividad durante el siglo XX con respecto a su desarrollo en la centuria anterior; por otro, la que advertía que en realidad ese supuesto retraso no había sido tal, o al menos no tan unívoco, ni tan completo, ni tan difícil de explicar; y que los elementos que se habían tenido en cuenta para afirmar ese retraso habían sido mal medidos y peor observados. Mientras la primera de esas líneas reconocía antecedentes que llegaban hasta los primeros años del siglo XX y aun antes, la segunda se fue afirmando recién desde inicios del último cuarto de esa centuria, creciendo hasta la actualidad. Al mismo tiempo, la profunda renovación historiográfica llevada a cabo en lo que respecta al agro colonial, y su continuidad más reciente en diversos trabajos de calidad abocados al estudio del siglo XIX, fue arrojando una potente luz sobre cuáles eran los aspectos que más fuertemente habían impactado en el agro pampeano del siglo XX, y por tanto se fueron aclarando también los factores que habían entrado en juego a partir entonces y lo habían afectado de manera perdurable. La realidad por otra parte fue echando por tierra ciertos prejuicios: es justamente desde hace un par de décadas que el producto agrario pampeano crece en forma sostenida, firmemente basado en la incorporación de tecnología y en la distribución eficiente de los factores productivos. De esta forma, en la actualidad contamos tanto con continuidades (ya muy debilitadas y pobres) de la primera de esas formas de ver las cosas, como con una creciente masa de investigaciones que nos invitan a mirar con mucho más detenimiento que antes los factores y los actores en juego, conformando un panorama que apunta cada vez con más firmeza hacia la imperiosa necesidad de observar el período sin perder de vista ninguno de los muchos elementos que lo afectaron. La agenda incluye prestar atención a las políticas macro implementadas por el estado nacional, observar en la forma más detallada posible las estrategias de los actores, y reconstruir fiel y afinadamente los cambios en las formas de organización social de la producción.

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