BECAS
GOÑI Juan Cruz
congresos y reuniones científicas
Título:
Policías genocidas, tradición autoritaria y justicia transicional
Autor/es:
JUAN CRUZ GOÑI
Lugar:
Cipolletti
Reunión:
Jornada; VI Jornadas de Historia de la Patagonia; 2014
Institución organizadora:
Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional del Comahue
Resumen:
ResumenLas policías argentinas, como la mayoría de las instituciones policiales latinoamericanas, nacieron militarizadas. Este rasgo característico de las fuerzas de seguridad se fue consolidando con cierta independencia del carácter constitucional o de facto que adoptara el gobierno del Estado. Sin embargo, las dictaduras militares representaron momentos importantes en la militarización y fortalecimiento de los rasgos autoritarios de las policías. En particular, la última dictadura cívico militar representó el momento de máxima militarización de las fuerzas de seguridad.Paralelamente, una fuerte tradición autoritaria se fue consolidando al interior de las policías argentinas, principalmente desde la década del 30, la que invadió su organización, su cultura y sus prácticas. Esta tradición represiva de las policías argentinas las llevó a adquirir un rol protagónico en la fase de preparación y perpetración del genocidio argentino. La Subzona 5.2 no fue una excepción. La intervención tanto de la Policía Federal como de las policías provinciales de Río Negro y Neuquén fue imprescindible para aplicar el plan de exterminio a escala regional. En primer término, este trabajo se ocupa de evidenciar la participación de las policías en la etapa preparatoria del golpe de estado del 24 de marzo. Los aparatos policiales sirvieron de soportes esenciales para llevar adelante el plan de la ?Triple A?, participando de numerosas operaciones represivas y también de actividades de inteligencia para garantizar el control político de la sociedad. En la provincia de Río Negro, la ?Triple A? estuvo enquistada en el corazón mismo de la policía rionegrina, a través de su jefe, Benigno Ardanaz, un fervoroso anticomunista que dirigió varios de los operativos contra la disidencia política. En Neuquén, la policía provincial participó del intento de organizar la ?Triple A? neuquina, cuyo mentor sería el interventor de la Universidad Nacional del Comahue, Remus Tetu. Por su parte, la Policía Federal había tenido una fuerte presencia represiva previamente al golpe de Estado del 76. El operativo del barrio Sapere es una muestra elocuente de la experiencia previa en tareas vinculadas a la persecución política. Seguramente esta intervención previa en actividades ?antisubversivas?, llevó a las policías a asumir un rol protagónico en los crímenes cometidos en el marco del genocidio aplicado a partir del 24 de marzo de 1976. La última dictadura argentina, no implicó la introducción de las prácticas represivas que fueron típicas de su plan genocida. En efecto, la mayoría de estas prácticas formaban parte de una tradición al interior del aparato represivo, especialmente, de las instituciones policiales. En cambio, la última dictadura sí introdujo una gran transformación: la reorganización de todas las prácticas y de la relación de estas prácticas entre sí para crear un modelo represivo capaz de llevar adelante un plan sistemático de exterminio. Influida por la Doctrina de la Seguridad Nacional, la última dictadura genocida colocó a las instituciones policiales en un lugar central del dispositivo represor destinado a llevar adelante la alegada lucha antisubversiva. El carácter ?interior? de la ?guerra contra la subversión?, hacía que las policías -ocupadas de garantizar la seguridad interna- fueran consideradas como las fuerzas calificadas para dar la batalla contra ese ?enemigo diseminado en el corazón mismo de la sociedad civil?, al decir de los militares. En el contexto regional, la Policía Federal y las policías provinciales fueron elementos ejecutores de la represión llevada a cabo en la Subzona 5.2., sin las cuales el plan genocida no se hubiera podido llevar adelante, o no se hubiera concretado de la misma manera ni con la misma intensidad. Este trabajo se concentra entonces en dar cuenta de las diversas dimensiones de la actuación de las policías en la compleja trama represiva aplicada en la zona del alto valle de Río Negro y Neuquén. A través de este recorrido, se intenta demostrar que la actuación de las policías provinciales y la delegación regional de la Policía Federal, no tuvieron un rol auxiliar en la trama represiva, sino que, por el contrario, asumieron un rol decisivo -a menudo protagónico- en la ejecución de los delitos contra la humanidad cometidos en la Subzona 52, constituyéndose verdaderas fuerzas ejecutoras del plan criminal. La participación de las Policías involucró una variedad de tareas de diversa importancia para llevar adelante el exterminio. Así, las policías se involucraron en tareas de inteligencia, participaron activamente en las reuniones de la comunidad informativa, liberaron zonas para que las fuerzas armadas pudieran operar los secuestros y destinaron agentes que integraron los grupos de tareas y las comisiones de detención. Pero la intervención de las policías también implicó la práctica sistemática de la tortura por parte de sus agentes -en algunos casos muy bien entrenados- y la conversión de las comisarías en centros clandestinos de detención y torturas. El hecho de que la delegación Neuquén de la Policía Federal haya sido el epicentro de la acción represiva de la Subzona 5.2. hasta que se concretara lo que Labrune (2005) llamó ?el sueño de un chupadero propio?, refiriéndose al campo de concentración conocido más tarde como ?La Escuelita?, es un claro indicador del rol cumplido por las policías en la trama represiva.En otro orden, esta investigación pretende reflexionar sobre cómo se ha estructurado y fortalecido la racionalidad autoritaria de las fuerzas policiales. De esta forma, a través de la noción de tradición, se intenta reconstruir la idea de toda una práctica consolidada y sostenida en el tiempo respecto de ?lo represivo? al interior de las instituciones policiales. Al mismo tiempo, como señala Giddens, la tradición funciona organizando el futuro -y el presente- según el pasado, puesto que son las prácticas pasadas las que estructuran y dan sentido a las acciones por venir. De tal manera, la tradición funciona como un medium organizador de la memoria colectiva (Giddens, 1997). Por lo tanto, la intensificación de la tradición autoritaria de las policías durante el exterminio, se constituye como una de las herencias más pesadas para la argentina posgenocida.En suma, este trabajo pretende contribuir a una narrativa más completa acerca del desenvolvimiento del aparato represivo estatal en la ejecución del genocidio. Al mismo tiempo, este recorrido plantea la necesidad de un ejercicio profundo de memoria y reconocimiento del pasado dictatorial y, sobre todo, de justicia. En palabras de Stanley Cohen, revisar el pasado puede estar ligado a la responsabilidad ?...mediante la confrontación implacable del pasado, abriendo el último archivo, castigando al último transgresor, compensando a la última víctima? o puede al olvido ?transformando o borrando el pasado? debilitando o redefiniendo esta relación entre lo que ha sucedido antes y lo que existe ahora, no abriendo el pasado para realizar un examen profundo, sino cerrándolo y erigiendo deliberadamente barreras de la memoria.