BECAS
MORAN THOMÁS MarÍa Macarena
congresos y reuniones científicas
Título:
La destrucción de la universidad Aportes de la Fenomenología Material de Michel Henry.
Autor/es:
MORÁN THOMÁS, MARÍA MARENA
Lugar:
san miguel de tucuman
Reunión:
Congreso; CONGRESO INTERNACIONAL EDUCACIÓN Y POLITICA; 2019
Institución organizadora:
Facultad de Filosofía y Letras -UNT
Resumen:
La ponencia tiene como propósito elucidar y explicar la destrucción de la universidad, a partir de la filosofía de Henry (1997), específicamente su enfoque desde la fenomenología material. Siguiendo sus escritos nos adentraremos a conocer en profundidad su pensamiento sobre las formas que ha adquirido la universidad desde su génesis hasta ahora, teniendo un drástico cambio en la aparición de la ciencia Galileana. A su vez podremos establecer una comparación entre la forma de transmisión y el tipo de saberes impartidos por esta institución que progresivamente se condenó a la muerte, con los modos y tipos de saberes que deberían ser desarrollados según nuestro autor. Para poder llegar a entender su postura, se vuelve imprescindible incurrir en un largo camino de reconocimiento de los hitos de su reflexión y postura filosófica. De este modo buscaremos no solo la comprensión del tema propuesto, sino al mismo autor. ¿Pero qué entiende Henry por fenomenología material? Una filosofía primera que sea capaz de hacerse cargo de la vida, es decir que la filosofía piense la subjetividad misma y deje de pensar bajo categorías del objeto. (Henry, 1997). Por medio de esta en su análisis puede elucidar que la destrucción de la universidad reviste dos formas centrales: 1. La abolición de la frontera que separaba Universidad- sociedad: Si nos centramos en su etimología y origen histórico, Universidad (universitas) signa un campo ideal constituido y definido por las leyes que lo rigen (Henry, 1997, p. 159). Estas leyes en el interior del dominio al que se las someta, y le afecta una universidad que hace de él una totalidad homogénea. Estas par el autor no pueden ser otras que las de la vida: leyes practicas constitutivas como tales de una ética en su forma original de ethos, ética coextensiva a la vida y a la sociedad en general (?) estas son las de su conservación y crecimiento. De esta manera toda sociedad es ámbito de cultura. (Henry, 1997, p. 159). Pero al hacer un estudio en su origen histórico podemos ver como se produce una especie de alienación y marginalización de la universidad frente al resto de la sociedad. Es así como entre los siglos XIII y XIV en occidente las autoridades (papa, emperador, rey) han fundado una universidad que consistía en establecer leyes específicas, diferentes de las que rigen para el resto de la sociedad. (Henry, 1987). Con la evolución de la institución se ha producido un supresión de la marginalidad (Henry, 1997,p . 166) enmascarada en motivaciones ideológicas que se expresan en concepciones políticas y profesionales. En el primero de los casos, la máscara de la política se centra en los principios democráticos de la igualdad, cuestionándose el derecho de la institución y sus servidores de escapar de las reglas comunes, constituyendo un campo aparte (con normas y leyes propias) que son consideradas privilegios. Un gran ejemplo es el reclamo de los horarios que deben cumplir los profesores. En cuanto a lo profesional engloba la utilidad en donde la repetición de saberes debe capacitarte para un número de actividades realizables socialmente (Henry, 1987). Poniéndolo en mis palabras es el famoso argumento de una ?salida laboral viable?, que cualquiera que haya planteado frente a sus padres, amigos y conocidos su decisión de estudiar filosofía se cansó de escuchar. El hecho que la praxis social suele remitir meramente a un aspecto material, a la producción y consumo de los bienes inmediatamente útiles para la vida corporal dejando de lado los bienes intelectuales, estéticos y espirituales disminuyendo progresivamente. Es así como el desarrollo de la vida y la cultura cede su lugar al mundo galileano, que boga por el desarrollo técnico autónomo. Esto lleva a que el individuo se enfrente a una transcendencia cada vez más opaca e ininteligible. Lo vuelve inhumano, lo hace desconocer su origen fundamental, voltea su conmoción ontológica, ?insensibilizándolo? e imposibilitándolo a descubrir el principio director, que es la vida. (Henry, 1987) 2. La irrupción de la técnica en el seno mismo de la Universidad y la aniquilación de esta como lugar de cultura: esta finalidad técnica se erige como principio único que determina de manera exclusiva ciertas carreras, actividades económicas y una enseñanza autónoma. (Henry, 1997) En su estudio puede percatarse que nuestra época se encuentra enferma, sumergida en la Barbarie como nunca antes lo estuvo. Esta epidemia se da en el comienzo de la modernidad con el surgimiento de la ciencia Galileana donde los saberes que constituyen la ciencia tuvieron y tienen un crecimiento nunca antes visto. Esta ciencia busca un conocimiento objetivo, indiscutible, verdadero, distinguiendo y excluyendo cualquier otra forma existente de conocimiento o creencia por su evidencia y resultados obtenidos. Este se constituye como el único saber posible, el único fundamento asignable a un comportamiento racional en todas las esferas de la experiencia, imposibilitando y menospreciando cualquier otro tipo de saber. Es así como esta ciencia vuelve los valores de la vida (la estética, lo sagrado, la ética) insoportables, hundiéndolos e hiriendo la vida. (Henry, 1997) De esta forma la ciencia se construye como antítesis de la cultura, donde hay una brecha abismal que los separa. Pues toda cultura es una cultura de la vida, en el sentido que la vida constituye a la vez el sujeto de esta cultura y objeto, es una acción que la vida ejerce sobre si misma transformándose, es decir, auto-transformación, movimiento por el cual no cesa de modificarse a sí misma; mientras que la ciencia es un objeto por principio racional, universalmente valido y verdadero, en oposición a la variedad y contingencia de la vida sensible. El saber de la cultura descansa en la vida, constituye por esencia tal saber al ser la auto-revelación con la que comienza y acaba la vida, un saber práctico (mover las manos, el acto de levantarse, de subir una escalera) a diferencia del saber de la ciencia que consiste en un saber teórico y abstracto, en donde como mera modalidad de conciencia, es la relación de un sujeto que arroja adelante un objeto para ?verlo?. La ilusión de esta ciencia radica en haberse considerado que el mundo matemático y geométrico era destinado a suministrar un conocimiento univoco del mundo real, el cual es un mundo que sólo podemos intuir y experimentar en los modos concretos de nuestra vida subjetiva. (Henry, 1987) Tras el desarrollo de su diagnóstico sobre la destrucción de la universidad se propone considerar filosóficamente la transmisión del saber con el fin redireccionar las miradas sobre el conocimiento, en cierta forma estableciendo un ?salvavidas? para la universidad. Acto por el cual cada evidencia constitutiva de este saber, de sus principios, de sus axiomas, de sus inferencias y de sus consecuencias, resulta repetida, reactualizada por el que, haciendo de ella su propia evidencia, comprende este saber y de esta manera lo adquiere. Semejante repetición es doble, teórica y práctica. Es (?) la repetición de la evidencia que acaba de ser trata, del acto que la produce y (?) pathos en el que el acto de evidencia arraiga, al no ser nunca, como tal cognitivo, más que en su autoafección y por ella. (Henry, 1987, pp. 170-171).