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El sistema educativo argentino desde su origen se estableció como un elemento de identificación común de los ciudadanos, donde si bien se establecieron niveles graduales que estaban condicionados al origen social de los estudiantes, se estableció bajo un espíritu de igualdad de oportunidades e integración social. Este esquema se mantendría con eventuales modificaciones coyunturales hasta el año 1993, con la sanción de la Ley Federal de Educación (24195), donde en un contexto signado por fuertes transformaciones políticas, económicas, sociales y culturales que se manifiestan en una creciente marginación y fragmentación social, se concretaría la extensión de la obligatoriedad escolar al nivel secundario (Escuela General Básica).El mecanismo desarrollado paralelamente en el contexto neoliberal, constaba de incrementar la cantidad de jóvenes escolarizados por un lado, y desplegar una estructura fragmentada-como mínimo dual- para el desarrollo de las trayectorias escolares. Dicha matriz fragmentaria, que para muchos serviría como una herramienta para trabajar con las particularidades de cada grupo social, conllevó a dejar de lado la discusión por las desigualdades de los educandos para trasladarse a la problemática de la inclusión, y se canalizó mediante la multiplicidad de programas y formatos escolares, de acuerdo a las características generales de cada grupo social que se pretendía incluir en el sistema educativo (Gluz, 2012).Cuando a partir de 1960 los estratos sociales más altos comienzan a abandonar la escuela de gestión pública en pos de la de gestión privada (Tiramonti, 2005), y sobre todo a partir de la década de los ochenta, donde se agudiza la tendencia de segmentación del campo educativo, evidenciando la existencia de circuitos diferenciados en el interior del sistema escolar para alumnos de origen social disímil (Tuñón y Halperin, 2010: 3), lo que afectaría tanto a las instituciones de gestión privada como públicas.En este marco, el año 2020, con la irrupción de la pandemia por Covid-19, y las medidas sanitarias que los diferentes gobiernos dispusieron para paliar sus impactos en la población, marcó un hito que puso en tensión las estructuras educativas que en mayor o menor medida presentaban dificultades, inclusive las de gestión privada, que en muchas localidades se presentan como la única propuesta pedagógica para dar respuestas a las necesidades poblacionales.La presente investigación centra su interés en la ciudad de Rio Cuarto, ubicada a 217 km. al sur de Córdoba Capital y a 612 km. de Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Integrando la región pampeana de la geografía nacional sus actividades predominantes son las vinculadas al comercio y los servicios, en estrecha vinculación con la producción agro-ganadera regional. En este sentido, la ciudad cuenta con 39 establecimientos educativos de nivel secundario, perteneciendo 17 de ellos a la gestión pública y 22 a la privada. Es sobre estos últimos donde particularmente se aborda la investigación, tanto por su carácter mayoritario en la oferta educativa local como por su diversidad.El objetivo que orienta el presente trabajo radica en identificar el impacto de la pandemia de Covid-19 en la educación secundaria de gestión privada en la ciudad de Rio Cuarto. Mientras que en materia metodológica, se trata de un estudio de tipo descriptivo, el cual recurre a técnicas cuantitativas de fuentes secundarias para su análisis, obtenidas de la Dirección de Institutos Privados de Enseñanzas de la provincia de Córdoba, los cuales fueron recolectados por las 21 instituciones educativas de la ciudad. En este sentido, el presente trabajo enfatiza en los indicadores que refieren a la deserción, retención y repitencia en el transcurso del año 2020, además de valorar la incidencia del nivel socioeconómico y el sexo de los/as estudiantes.

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