BECAS
MONTENEGRO Hebe Ailen
congresos y reuniones científicas
Título:
Investigar militando. Reflexiones metodológicas sobre hacer trabajo de campo y militar políticamente en la misma organización.
Autor/es:
MONTENEGRO, HEBE AILEN
Reunión:
Encuentro; I Encuentro de Etnografías Colaborativas y Comprometidas en Argentina,; 2021
Resumen:
Eje: Colaboración como procesos políticos subjetivos. Formas de participación, abordajes territoriales y tensiones.Investigar militando. Reflexiones metodológicas sobre hacer trabajo de campo y militar políticamente en la misma organización. Hebe Ailén MontenegroEn esta ponencia nos proponemos desarrollar algunas reflexiones metodológicas, en torno a ciertas situaciones etnográficas que se sucedieron a lo largo del desarrollo del trabajo de campo que realicé con el fin de escribir mi tesis de licenciatura. Si bien las observaciones estuvieron focalizadas en las prácticas en el espacio público de un grupo de niñes, que era el objetivo de mi investigación, la totalidad de mi trabajo allí se vio atravesada y constantemente interpelada por el hecho de que yo formaba parte de la misma organización con la que estaba trabajando, aunque no en el mismo barrio en el que desarrollé la investigación. Esto produjo ciertos movimientos reflexivos que recuperamos aquí, por un lado, y por el otro, ciertas transformaciones en los modos en los que les niñes que asistían a las actividades de la organización la significaban que, anticipamos, fueron un producto, al menos en parte, de mi presencia allí. Durante el año 2019 y el tercer trimestre del 2020 ?en medio de la pandemia del SARScov2 que aún continúa impactando en nuestro país? realicé trabajo de campo con un grupo de niñes en la villa 31 en Retiro, Ciudad de Buenos Aires, para la realización de mi tesis de licenciatura en Ciencias Antropológicas. El objetivo fue indagar en torno a las formas de habitar el espacio público de les niñes en el barrio. El acceso al campo fue de la mano de la organización AulaVereda (AV), un proyecto político pedagógico que realiza actividades en el barrio con niñes de entre 3 y 18 años desde el año 2015, desde una perspectiva de la educación popular y la participación política de las infancias (Manifiesto AV Villa 31, 2017). La organización, de la que participan aproximadamente entre 10 y 15 educadores, forma parte del Partido Comunista (PC), aunque no todes son militantes orgániques de dicho partido político, y de hecho, algunes de les militantes del PC en el barrio no participan de AV, sino que toman otras tareas como participar de la Mesa de Urbanización, o más recientemente, realizar un comedor con y para les vecines del barrio. Mi relación con el colectivo de educadores de AulaVereda en la villa 31 está dada porque yo misma participo de AV, pero en Almagro, otro barrio en donde esta organización funciona, también en la Ciudad de Buenos Aires. Así, previo al inicio de mi trabajo de campo para la tesis de licenciatura, conocía a varias de las personas que participan de la organización ?incluídes les dos referentes, quienes llevan varios años militante allí?, y también, a muches de les niñes que asisten los sábados a las actividades, con quienes realicé la investigación. De hecho, ya había realizado algunas observaciones de campo, en el marco de una materia de la Facultad algunos años antes. Además, por pertenecer a una misma organización, tenía un intercambio fluido con les dos referentes (Bárbara y Matías), ya que solíamos conversar para organizar diferentes cosas vinculadas a la organización. Cuando decidí comenzar a realizar el trabajo de campo, la elección de desarrollarlo en la Villa 31 fue una decisión consciente, en un intento por separar mis espacios de militancia de mis espacios de investigación. Esto estaba sustentado en la creencia de que al no tener una trayectoria de trabajo con les niñes del lugar, y un vínculo, en ese entonces, para nada profundo con les adultes, me resultaría más sencillo llevar adelante una investigación ?limpia? y ordenada. Esta creencia, con el correr del tiempo, quedó sepultada. Si bien estoy convencida de que realizar una investigación con les niñes con les que trabajaba y trabajo hasta el día de hoy en AV Almagro hubiera sido una tarea compleja, el proceso con les niñes de la Villa 31 (y les educadores adultes) también me supuso un esfuerzo reflexivo que, aunque arduo, resultó sumamente gratificante. Llego a La Casa de Clelia junto con el grupo de profes, Bárbara abre la puerta y todes entramos y dejamos nuestras mochilas en la cocina. Los muebles del espacio están contra las paredes, y algunes educadores empiezan a ordenarlo, disponiendo las mesas en el centro. Bárbara dice que va a ir a buscar a chiques, y me pregunta si me quedo con la llave del local mientras ella sale. Me sorprende un poco, pero le digo que sí, y me la guardo en la riñonera. (Registro, junio 2019)En mis primeros acercamientos al campo intenté presentarme como alguien que estaba llevando adelante una investigación etnográfica, le explicaba a les educadores ?les profes, como se autonombran y como les llaman les niñes también? y a les niñes lo que estaba haciendo allí, los objetivos del trabajo, las preguntas, e intentaba construir cierta distancia con los sujetos que estaban allí. Sin embargo, estos intentos no duraron más de algunos sábados, porque lo que sucedía, tanto en la interacción con les educadores como con les niñes, era que yo era considerada primariamente como otra educadora de AulaVereda. Para les profes, yo era Hebe, compañera de AulaVereda Almagro, y si bien siempre tuvieron claro que estaba allí realizando observaciones de campo ?que para elles no era una práctica anormal, dado que también estudiantes de otras carreras realizaban observaciones allí?, el hecho de participar de la misma organización establecía una cercanía que me era imposible distanciar. El registro expuesto párrafos arriba ejemplifica esto, y fue, de hecho, el momento en el que se me hizo evidente esta relación. No hacía tantos sábados que iba a realizar observaciones a la villa, y la rutina siempre era la misma: nos encontrábamos con les educadores en la terminal de Retiro, ingresábamos al barrio, llegábamos al local donde realizaban las actividades y un grupo ordenaba el espacio mientras otro buscaba a les niñes. Ese día, cuando llegamos y Bárbara se fue a buscar niñes, me pidió a mi que me quedara con la llave, a pesar de que había otres educadores presentes. Considero que este hecho estuvo basado en una confianza que estaba construida desde otro lugar que no era mi lugar como investigadora allí, sino precisamente, mi lugar como compañera. Por otro lado, para les niñes, cuando empecé a ir al barrio, era una profe más de AulaVereda, puesto que si bien no lo era (o no, al menos, de ese barrio), para les niñes con quienes realicé esta investigación el hecho de ser una adulta habitando el local de la organización implicaba ser una seño o una profe, una adulta referente a quien no conocían tanto pero que inscribían en esa trama de relaciones. Esto se daba así conmigo, pero también con otras personas que se acercaron a registrar, como pude documentar cuando, durante una serie de sábados un grupo de estudiantes de un Instituto de Educación Terciaria también realizó observaciones, y les niñes también les clasificaron como profes.Sin embargo, estas diferentes adscripciones que me eran asignadas y con las que también yo pude jugar en el trabajo de campo, mutaron conforme se transformaron los vínculos que establecí en el barrio. El mayor exponente de estas mutaciones fue el modo en que, lentamente, les niñes de AV Villa 31 comenzaron a identificarme como profe, pero de otro AulaVereda. Que mi forma de presentación fuera como educadora de otro AV aclarando que estaba allí realizando un trabajo fue una elección consciente, ya que consideré que así podría establecer cierta cercanía con les niñes, que siendo una adulta completamente desconocida no podría lograr tan fácilmente. En el mi trabajo de campo construí como rutina acompañar a les educadores a buscar a les niñes a sus casas al inicio de la jornada. Esto me permitía conversar con elles mientras esperábamos en la puerta de la casa de algune, o mientras caminábamos por el barrio yendo de casa en casa (además de poder identificar donde vivían, claro). Un día, mientras una de las educadoras conversaba con la mamá de una de las niñas en la puerta de su casa, y yo pasaba el rato con tres de ellas en el pasillo mientras esperábamos para seguir el recorrido, tuvimos este intercambio: Graciela: ¿profe trajiste el slime? Hebe: ¡Ay, no! Perdón, no tuve tiempo de hacerlo.Graciela: Vos sos de Almagro, ¿no?Hebe: Sí, soy del AulaVereda de Almagro.Graciela: Te vimos en una foto en Instagram. Estamos enojadas con una chica de Almagro porque nos tiró una pelota en la cara. Ramona: sí, cuando la vea la voy a cagar a trompadas.Hebe: Okey okey, le digo que están enojadas. Pero capaz fue sin querer che?(Registro, septiembre 2019)Esta fue la primera vez que, conversando con les niñes de AV Villa 31, me preguntaban por Almagro, pero no fue la única. No se transformó en algo común, tampoco, pero sí ha vuelto a suceder en otras de mis visitas al barrio. Considero que este viraje en su forma de clasificarme tuvo que ver principalmente con tres cuestiones, la primera, mi insistencia en decir que era profe de otro AulaVereda cuando me presentaba. La segunda, que les mismes educadores de la Villa 31 establecían esa diferenciación cuando le hablaban de mi a les niñes. La tercera, y quizás más relevante, es que a lo largo del 2019 les niñes de AV Villa 31 y AV Almagro se encontraron en diferentes instancias que se organizaron desde ambos equipos de educadores. Estos encuentros tuvieron el objetivo de realizar actividades preparatorias para el Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis y Trans que ocurrió en La Plata en el mes de octubre de ese año y al cual educadoras y niñas de AV Almagro y AV Villa 31 viajaron. Por lo tanto, les niñes de AV Villa 31 que me veían los sábados registrando y charlando con elles también me veían en esos encuentros, en el rol de profe de les niñes de AV Almagro.Esta transformación identitaria se vuelve relevante por diversos motivos, uno de ellos es la importancia de rescatar estos movimientos que ocurren en la trama de relaciones sociales que construimos en el campo, en función de poder ejercer una vigilancia reflexiva, necesaria tanto en el trabajo etnográfico con niñes como con adultes. Sin embargo, la mayor relevancia que adquiere el hecho de que a lo largo de la investigación pasé de ser profe a ser profe de otro AulaVereda, reside en que entonces mi estar ahí (en articulación con las otras cuestiones ya mencionadas) construyó para les niñes la noción de la existencia de otra AulaVereda, que no era el de la Villa 31, en donde también había otres niñes. En diciembre del 2020, me encontré con les niñes de AV Villa 31 en el Congreso de la nación, la jornada en la que se legalizó el aborto en el país. Yo había concurrido con las niñas de AV Almagro, y cuando me vieron llegar, algunes empezaron a decirme ?¡Eeeee traidora profe! ¡Venís con el otro AulaVereda!? (diciembre 2020). Vinculado a esto, resulta importante remarcar que quienes realizamos las investigaciones no somos sujetos neutralizados frente a otres, sino que cargamos también con marcas de sexogénericas, etarias, de raza y de clase que también se ponen a jugar en el campo y las relaciones que establecemos en él. En este sentido, también considero que haberme presentado como una educadora de AulaVereda ?tanto para les niñes como para les educadores que no me conocían cuando inicié mi investigación, que era una parte considerable del equipo? logró acortar ciertas distancias que emergían a partir de estas marcaciones. Nos posicionamos desde una perspectiva de una antropología comprometida con los sujetos con los que trabajamos (Fernandez Alvarez y Carenzo, 2012), y, por ende, es de particular interés para quien escribe que las investigaciones potencien procesos sociales más amplios, y puedan realizar un aporte a los sujetos, organizaciones o movimientos con quienes se realizan. Los procesos investigativos, como los sujetos en ellos insertos, tienen un contexto de elaboración, transmisión y también de utilización, y en tanto investigadores tenemos una responsabilidad ético-política en nuestra práctica respecto de lo que con ella se hace, hacen y hacemos (Hetch, 2007; Shabel, 2018).Involucrarse con los sujetos con quienes se investiga forma parte de los procesos de construcción de conocimiento, y el compromiso político forma parte de este involucramiento, adquiere formas particulares dependiendo del contexto en el cual se despliegue (Shabel, 2018). Al mismo tiempo, así como antropólogues siempre estamos implicades en nuestras experiencias etnográficas, estas están atravesadas por emociones que, por ende, no pueden ser separadas o disociadas de las construcciones conceptuales y teóricas que desarrollaremos en esta tesis (Gregorio Gil, 2014).Con esta inquietud como base, consideramos que uno de los aportes que podríamos afirmar que realiza esta tesis no se vincula directamente con la pregunta de investigación que abordamos, o con los análisis que realizaremos en los capítulos que siguen. Se vincula, de forma no planificada, con el propio proceso de investigación y sus efectos en les niñes, ya que fue allí donde se construyó esa noción de que existe otro AulaVereda, con otres niñes a quienes quizá no conozcan, pero que tienen en común que participan de un mismo proyecto, aunque en dos barrios diferentes. En cierta medida, entonces, el desarrollo de esta investigación abrió la puerta a la construcción de procesos de identificación colectiva que posicionan a les niñes como parte de un todo que les incluye a elles y también a otres. Retomando la propuesta de Sousa Santos (2018) citada previamente, sostenemos que la producción de conocimiento se encuentra atravesada por las luchas sociales, y nos gustaría ensayar una forma de creatividad científica que desde esa esas mismas luchas produzca conocimiento científico y saberes que sean significativos para los movimientos dentro de los cuales se construyen. Volviendo sobre el título del capítulo y para cerrar la exploración aventurera de las prácticas metodológicas y epistemológicas que sustentan nuestras investigaciones, y parándonos desde América Latina como postura teórico-política (Lugones, 2010), nos arriesgamos a afirmar que quienes intentamos comprender el mundo desde sus márgenes tenemos la posibilidad de hacer estallar esas bases epistémicas y construir otra forma de intervenir en la realidad social, que acompañe los procesos de liberación de las comunidades subalternizadas (Mora, 2009).