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Cuando iniciaron sus mandatos, tanto el gobierno del presidente Mauricio Macri en Argentina (2015) como el de Lenin Moreno en Ecuador (2017) hablaron de ?cerrar la grieta? y trabajar para unir a los pueblos. El 20 de junio de 2017 -un mes después de haber asumido su mandato Moreno lanzaba la iniciativa del Diálogo Nacional afirmando ?La solución a un problema jamás puede ser la imposición (?) Por eso, no actuaremos ni tomaremos decisiones sindialogar con los involucrados?. Mientras que Macri incluía entre sus promesas de campaña su compromiso de ?unir a los argentinos? argumentando que ?ya llevamos demasiado tiempo enfrentados?.En esta misión no faltaron las críticas hacia las anteriores gestiones presidenciales acusándolas de haber criminalizado la protesta social, asfixiado los canales de diálogo entre la ciudadanía y el gobierno y cooptado a los líderes de los movimientos sociales. Asi estos nuevos gobiernos del ?diálogo? pretendían instaurar un nuevo tiempo en la política basados en la idea pospolítica de una sociedad sin conflicto, que lograba la armonía de sus intereses.Sin embargo, en algunas coyunturas nacionales críticas marcadas por episodios de alta conflictividad política y social la respuesta oficial se caracterizó por la criminalización de la protesta social y una feroz represión a las fuerzas sociales movilizadas, como ocurrió en Argentina con las movilizaciones y protestas por la Reforma previsional en diciembre de 2017 y en Ecuador recientemente con la decisión del gobierno de quitar los subsidios a loscombustibles.En este escenario, la presente ponencia examina las formas de procesamiento político del conflicto ensayadas por los gobiernos de Lenin Moreno en Ecuador y Mauricio Macri en Argentina a la luz de sus pretensiones de clausurar la etapa de los gobiernos populistas y dar comienzo a un nuevo vínculo con los movimientos sociales.

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