INVESTIGADORES
FORTE Pablo Brian
congresos y reuniones científicas
Título:
ERUPCIONES DE BAJA MAGNITUD: ¿NADA DE QUÉ PREOCUPARSE?
Autor/es:
FORTE, P.; RAMIRES, A.; DE ABRANTES, L.; LLANO, J.; DOMINGUEZ, L.; CARBAJAL, F.; GARCIA, S.; SRUOGA, P.; BONADONNA, C.
Reunión:
Congreso; XXI Congreso Geológico Argentino; 2022
Institución organizadora:
Asociación Geológica Argentina
Resumen:
Durante erupciones explosivas de moderada a gran magnitud, con Índices de Explosividad Volcánica (IEV) > 3, la ceniza volcánica es, sin excepción, una de las protagonistas centrales. Con numerosos ejemplos documentados en Sudamérica y el mundo en las últimas décadas ?como las erupciones de Mt. Santa Helena en EE.UU. (1980), Mt. Pinatubo en Filipinas (1991), Chaitén y Cordón Caulle en Chile (2008 y 2011, respectivamente)? resulta sencillo reproducir en nuestra imaginación las características y dinámica de este tipo de eventos volcánicos. Grandes volúmenes de ceniza siendo inyectados en la atmósfera, el desarrollo de columnas eruptivas que alcanzan hasta decenas de kilómetros de altura, la dispersión y subsiguiente depositación de la ceniza, tapizando el paisaje a cientos, o incluso miles, de kilómetros de distancia de su origen. Asimismo, no existen dudas en torno al potencial de impacto que estos eventos poseen. Erupciones como las previamente mencionadas, brindaron la oportunidad de observar y recopilar gran cantidad de información sobre las consecuencias que la caída de ceniza volcánica tienen sobre los humanos, sus bienes y el medioambiente (e.g., Adams y Adams, 1984; Di Prinzio et al., 2021; Elissondo et al., 2016; Wilson et al 2012). Pero, ¿qué ocurre durante aquellas erupciones que, aunque explosivas, generan volúmenes de ceniza mucho menores? ¿Ocasionan algún tipo de impacto? ¿Cómo deberían ser estudiadas? E incluso instalando un interrogante más fundacional: ¿Merecen la pena ser atendidas? En el presente trabajo se exploran estos interrogantes y se proponen respuestas a partir de un ejemplo en el territorio argentino: la erupción 2018-2019 del volcán Peteroa, El volcán Peteroa se emplaza en el sur de la provincia de Mendoza y forma parte del Complejo Volcánico Planchón-Peteroa. Ubicado en el límite argentino-chileno, este es uno de los sistemas volcánicos más activos de los Andes del Sur. De acuerdo al Global Volcanism Program (GVP), en los últimos 400 años ha registrado, al menos, 18 erupciones, de variable duración y con IEV entre 1 y 3. En las últimas décadas, se destacan las erupciones freáticas a freatomagmáticas de baja magnitud (IEV ≤ 2) de 1991 (GVP 1991) y 2010-2011 (Aguilera et al., 2016, Haller y Risso 2012; Romero et al., 2020). A pesar de su recurrente actividad eruptiva, existe escasa documentación sobre las consecuencias de estos eventos en las personas y el medioambiente. Un nuevo ciclo eruptivo, que inició en octubre de 2018 y tuvo una duración aproximada de 6 meses, ofreció una nueva oportunidad para indagar sobre este tópico postergado. A partir de una estrategia metodológica mixta, que combina herramientas de las ciencias naturales (i.e. análisis de lixiviados y aguas, datos meteorológicos, observaciones de campo e imágenes satelitales) y sociales (i.e. entrevistas y cuestionarios), se caracterizó el ciclo eruptivo y evaluó el impacto de la caída de ceniza en el ambiente, en las comunidades que habitan en las cercanías del volcán y en sus actividades. Complementariamente, se analizó la gestión de la crisis volcánica a partir del propio testimonio de los afectados. La zona de estudio se restringió a la cuenca alta del Río Grande, en el segmento comprendido entre la localidad de Las Loicas y el volcán Peteroa. Los resultados demuestran que, a pesar del poco espesor de ceniza depositada, los impactos asociados no fueron nulos. Nuestro trabajo visibiliza la presencia de personas, los puesteros, y elementos, la veranada, expuestos a los productos de este evento volcánico. Los puesteros conforman una comunidad trashumante, dedicada a la actividad agropecuaria de subsistencia. De los 19 entrevistados para esta investigación, la mitad indicó que su veranada se vio afectada por la erupción y reportaron la presencia de ceniza volcánica en sus campos. Se identificó una correlación positiva entre las zonas afectadas, la distancia al centro eruptivo y la dirección predominante de la pluma eruptiva. En relación al ganado en la zona, sólo el 30% de los entrevistados considera que la erupción tuvo algún impacto negativo sobre este. Los efectos mencionados con mayor frecuencia fueron la ceguera y los problemas respiratorios. Entre los resultados de las entrevistas, se destacan también los vinculados a los efectos en la salud humana. Más del 60% de los entrevistados mencionaron efectos adversos producto de la presencia de ceniza volcánica en el aire, tanto en ojos como en el tracto respiratorio superior (i.e. nariz y garganta). Por su parte, los ensayos de lixiviación realizados arrojan que las cenizas del volcán Peteroa colectadas en diciembre de 2018 tienen la capacidad de alterar las características físico-químicas del agua. Al analizar las aguas de cursos fluviales en las cercanías del volcán, se observó un descenso significativo del pH en los sitios afectados directamente por la caída de cenizas del ciclo 2018-2019. No obstante esto, no se reconoció una transferencia química significativa desde la ceniza depositada a los cuerpos de agua. Por último, se identificaron falencias durante la gestión de la crisis, especialmente vinculadas a la comunicación, el manejo de la información y la asistencia. A raíz de estos resultados se realizó un análisis cualitativo con el objetivo de proyectar y discutir potenciales escenarios y una serie de recomendaciones que contribuyan a guiar futuros estudios y planes de gestión del riesgo volcánico.