Multiplicidad de voces. Experiencias de andanzas cotidianas de la vida en un grupo de jóvenes.

BERTEA FRANCISCO MIGUEL FERNANDO; GAVAZZI CAMILA; GONZALEZ GUADALUPE ; MARQUEZ AGUSTINA

Córdoba

Jornada; I Jornadas latinoamericanas ?Filosofía, educación e infancia".; 2016

En el presente escrito exponemos algunas preguntas y experiencias que nos interpelan y pueblan acerca de nuestro rumbo como grupo de jóvenes.Grupo que ha venido siendo una invitación a encontrarnos y a "hacer lo que nos pinte", espontáneamente y, en el mejor de los casos, para que algo nos pase (Larrosa, 2006). Nos hemos venido reuniendo semanalmente en la Radio comunitaria o en algún lugar del Valle de Paravachasca a: hacer un fanzin, merendar, conversar, jugar a las cartas, ir a una marcha, escuchar música, sin planificar, sensibles y permeables a lo que el encuentro nos convoca. Actualmente participan jóvenes de Anisacate entre 17 y 18 años, todos ellos de la escuela IPET 118 "Juana Azurduy", si bien es una actividad que intenta estar al margen de lo escolar y las lógicas institucionales, abierta a la multiplicidad de juventudes. "Hacer lo que pinta" y "hacer nada" son dos formas singulares de estar ahí en el gru-pillo. No se trata de pensar, conversar, discutir ni polemizar (Larrosa, 2005a, 2005b; Acastello, Amando, Barrionuevo, Bertea, Gastaldi, Gemolotto, 2013; Foucault, 1984), si bien a veces hacemos esas cosas. Las notas esenciales de este grupo van siendo: encuentros auténticos y espontáneos; desde vínculos y afectos; creando complicidades, pertenencias; haciendo actividades que nos pinten y sean afines; intercambiando ideas, sensaciones, formas de vida; donde nuestro estar y desear tengan lugar. Líneas, que van tomando cuerpo y formando un dispositivo (Fernández, 2007; García Fanlo, 2011; Castañeda Salgado, 2009; Bertea, 2015), a tientas. Quehacer que podemos pensar desde una campo transdisciplinario (filosofía, psicología, pedagogía, recreación, etc.) (Fernández, 2011) cuya piedra angular es la experiencia: un pensar, un hacer, un sentir, un vivenciar, un estar que involucra la dimensión vital, nuestros modos de existencia. Un quehacer que involucra más los cuerpos que las palabras, más actividades recreativas que conversaciones reflexivas, más la vida que el pensamiento.En este proceso de conformación nos encontramos hoy en un momento delicado, a merced de atravesamientos, tiempos y movimientos que nos hacen tambalear. Así, emergen preguntas, inquietudes, experiencias: ¿cuál es el objetivo del grupo?, ¿cómo gestionar en medio del temblor?, ¿qué hacer para no desvanecernos como grupo, para seguir encendiendo(nos) los encuentros y lograr mayor consistencia?