BECAS
PEREIRA DA SILVA Sara Maria
congresos y reuniones científicas
Título:
Análisis preliminar de la sismicidad localizada de la Caldera del Agrio (Andes del Sur) en el período de marzo a agosto del año 2020.
Autor/es:
GUERENDIAIN, GIULIANA; MELCHOR, IVAN; HANTUSCH, MARCIA; ALMENDROS, JAVIER; CASELLI, ALBERTO TOMÁS; PEREIRA DA SILVA, SARA MARIA; MARTÍNEZ, ENZO
Lugar:
Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Reunión:
Congreso; XXI Congreso Geológico Argentino; 2022
Institución organizadora:
Asociación Geológica Argentina
Resumen:
La caldera del Agrio forma parte del Complejo Volcánico Copahue-Caviahue (CCVC, por sus siglas en inglés), siendo su rasgo más distintivo la presencia del volcán Copahue, un estratovolcán poligenético, andesítico a basalto-andesítico, activo, con una elongación N40°E y una posible edad de formación de aproximadamente 1.2 Ma (Linares et al. 1999) o menor a 100.000 años (Sruoga y Consoli 2011). El último ciclo eruptivo, que comenzó en julio de 2012, tuvo su máximo eruptivo el 22 de diciembre de ese mismo año culminando con una erupción estromboliana de Índice de Explosividad Volcánica (VEI, por sus siglas en inglés) igual a 2 (Caselli et al. 2016). Desde entonces, la actividad eruptiva se caracteriza por una alta tasa de desgasifi cación continuada (Tamburello et al. 2015), períodos frecuentes de incandescencia, explosiones y emisión de ceniza en el cráter activo (Global Volcanism Program 2020). En marzo de 2020 el Laboratorio de Estudio y Seguimiento de Volcanes Activos (LESVA) de la Universidad Nacional de Río Negro (UNRN) instaló una red sísmica compuesta por tres estaciones con el objetivo de investigar la dinámica interna del sistema volcánico (Hantusch et al. 2020). En este trabajo se presenta el análisis preliminar de la sismicidad localizada en los seis meses siguientes a su instalación que involucra las tres fases eruptivas que ocurrieron el 16 de junio, 16 de julio y 6 de agosto (Hantusch et al. 2020; Global Volcanism Program 2020). Se registraron 120 eventos volcano-tectónicos (VT), los cuales presentan una S-P menor a 4 segundos, de los cuales 84 se pudieron localizar con el software NonLinLoc (Lomax et al. 2009). Para ello se utilizó el modelo de velocidad propuesto en Montenegro (2019), modifi cado del modelo regional de Bohm et al. (2002). La magnitud duración (MD) se calculó siguiendo a Montenegro et al. (2021). Los VTs se distribuyeron de forma no uniforme en el tiempo. Más de la mitad de los VTs se encontraron en el mes de abril, siendo los días 1 y 15 los más activos con 11 y 9 eventos respectivamente. Esta actividad estaría relacionada a la compleja estructura tectónica del CCVC. Los eventos del 1 de abril ocurrieron en el borde norte de la caldera, que se corresponde con la zona C en Montenegro et al. (2021), con magnitud máxima de 3.6 MD. Por otro lado, la actividad del 15 abril se ubica alrededor de la estación NAN5, zona D en Fig. 1A. Esta zona presenta un total de 19 eventos con magnitudes menores a 2.9 MD y profundidades entre 2.5 y 3.5 km (Fig. 1C). Si bien esta zona es la más cercana al cráter activo, no se observó correlación temporal entre los eventos y la actividad eruptiva. La actividad sísmica observada en la zona B (Fig. 1A), de acuerdo a Montenegro et al. (2021), estaría asociada a varias fallas normales sometidas a esfuerzos que podrían originarse por cambios en el sistema hidrotermal. De todas las zonas observadas, fue la menos activa con un total de 13 VTs. Sin embargo, el evento más energético (3.5 MD) fue registrado a 4 km de profundidad el 12 de julio, 5 días antes de la principal fase eruptiva de 2020. Los VTs más profundos (~5 km) tienen sus epicentros en la zona A, que se encuentra ubicada al noroeste del lago Caviahue (FigS. 1A y 1C). Si bien su actividad se concentra en marzo, con 7 de sus 16 eventos, es en esta zona dónde se observó actividad un día antes de la erupción de junio. El evento en cuestión ocurrió a una profundidad de 4.6 km y tuvo una MD de 2.9. Curiosamente, el evento más próximo al cráter activo ocurrió el 6 de agosto, horas después de la última fase eruptiva de 2020. Se encontró a una profundidad de 3.4 km con una MD de 2.0. Los resultados no muestran relación directa entre los VTs y la dinámica interna del conducto somero. Sin embargo, no se descarta que esto pueda ser una consecuencia de la limitada capacidad de los datos y la reducida explosividad de las fases eruptivas de 2020. Aun así, resulta importante el monitoreo de este tipo de sismicidad ya que muestra el estado de actividad tectónica de la caldera y su posible relación con los mecanismos eruptivos.