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En las últimas décadas, el desarrollo de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TICs) ha modificado los medios de intercambio de información por parte de los individuos. La posibilidad de poder interactuar mediante medios digitales, permitiría entonces incrementar la participación de todos los miembros de la comunidad, dotando de mayores oportunidades de comunicación a toda la población. La aparición de estos nuevos canales de comunicación permitiría que aquellos sectores desfavorecidos pudieran acrecentar su red social constituyendo este soporte una herramienta vital al momento de reducir sus niveles de privación y visibilizando hacia el resto de la comunidad aquellos requerimientos necesarios para mejorar sus condiciones de vida.Sin embargo, este acceso a nuevos canales digitales de comunicación se produciría de manera asimétrica, pudiendo ser nulo el impacto de estas herramientas al momento de habilitar nuevos vínculos sociales o dinamizar los ya existentes. Mientras que algunos segmentos de la población se encontrarían con importantes restricciones a la conectividad digital, otro sector podría priorizar otras vías de interacción con el resto del entorno, acorde a las necesidades que el entorno social podría ayudarle a resolver. De esta manera, el impacto que efectivamente podría tener estas nuevas plataformas digitales sobre el capital social resulta ser un interrogante a resolver.En este sentido, como objetivo de este trabajo se plantea el estudio de la relación entre el uso de plataformas digitales y pobreza como mecanismo de expansión de redes sociales, específicamente dentro de la ciudad de Bahía Blanca. Para esto se utilizará información proveniente de un relevamiento presencial efectuado dentro de la ciudad de Bahía Blanca en diciembre 2021, titulado Encuesta de Proyecto de Unidad Ejecutora (EPUE).

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