BECAS
PLAZA BEHR Maia Carisa
capítulos de libros
Título:
Uso de la tierra y rehabilitación ecológica en los talares
Autor/es:
MARCELO ARTURI; CAROLINA PEREZ; JUAN GOYA; MAIA PLAZA BEHR; MICAELA MEDINA; MAGALÍ PÉREZ FLORES; MARÍA ROSA DERGUY; FACUNDO SÁNCHEZ ACOSTA; HERNÁN SCHROHN
Libro:
Parque Costero del Sur, nuevos temas sobre naturaleza, conservación y patrimonio cultural
Editorial:
Fundación de Historia Natural Félix de Azara
Referencias:
Lugar: Ciudad Autónoma de Buenos Aires; Año: 2023; p. 20 - 38
Resumen:
A lo largo de milenios, los pueblos originarios interactuaron con el Río de la Plata de un modo vital. Desde principios del siglo XVI sobrevino la confluencia con otras culturas, que, a través de ese ancho y corto curso, arribaron desde el mar. A los colonizadores, se fueron sumando distintas oleadas de inmigrantes desde fines del siglo XIX. Así, se fue reconfigurando el poblamiento y la geografía rioplatense para irradiarse hacia el interior del país. Al igual que otras ciudades del mundo, Buenos Aires fue creciendo sin planificación. Lo hizo sepultando los paisajes silvestres de su territorio con calles, avenidas, casas y edificios. Así, arrasó con los bosques de tala de las barrancas, las selvas de ceibos y sauces ribereños, los pastizales pampeanos con lagunas y bañados, para concluir con la entubación de los arroyos. No conforme con eso, se expandió hacia el agua, acuñando una expresión tan poco feliz como “ganarle tierras al río”, insinuando que es un obstáculo o un estorbo para el desarrollo. Si alguien se atreviera a decir “le ganamos tierras a la selva misionera o al bosque andino-patagónico” sería tildado de bruto. Y brutal fue la intervención de las riberas del Río de la Plata, donde ni las playas porteñas se salvaron. Solo pueden verse ahora cuando el río presenta grandes bajantes. Así, se interrumpió ese histórico diálogo anfibio, entre las comunidades acuáticas y las terrestres. Como diría el Dr. Jorge Morello, hemos domesticado el paisaje. Por suerte, a 150 kilómetros de la capital de la Argentina, la región donde se encuentra el Parque Costero del Sur no siguió ese modelo. Aunque se trata de un área poblada y visitada por muchas otras personas, los talares siguen en pie con arroyos que serpentean entre los pastizales y bañados, para desembocar en una ribera que continúa mostrando ese diálogo entre la vida acuática y la de tierra firme. Esto no quiere decir que no padezca problemas de conservación, porque los tiene, pero los ecosistemas silvestres están. Vale decir que se cumplen las proféticas palabras que Cervantes atribuyó a Don Quijote, “siempre deja la ventura una puerta abierta en las desdichas para dar remedio a ellas”. Y por esa abertura fue ingresando la conciencia ambiental, de la mano del conocimiento científico, la educación, las leyes y las nuevas valoraciones que se contraponen con las acciones que provocan la crisis de la biodiversidad. Esto explica mucho de los cambios de actitud y de gestión de las últimas décadas tanto a escala local, nacional como mundial. También, la multiplicación de libros, documentales, organizaciones de bien público, normativas y manifestaciones en las redes de comunicación. Acompañando otros gestos reparadores, José Athor marcó un hitó con su primer libro dedicado a los “Talares bonaerenses y su conservación” (Mérida y José Athor, 2006). Con justicia y precisión, el inolvidable Juan Carlos Chebez (1962-2011) escribió en su prólogo: “Parece mentira que una formación tan significativa y cercana a miles de habitantes y estudiosos haya merecido unas pocas referencias, casi accidentales en la literatura y, ahora, en pleno florecimiento de las preocupaciones ambientales, mínimos esfuerzos para su conservación”. Daba en lo cierto. Pero poco después, José volvió a la carga con una voluminosa monografía dedicada al “Parque Costero del Sur” (Athor, 2009), con la que inauguró una serie -ya de referencia- dedicada a la historia natural de la Provincia, como “Buenos Aires, la historia de su paisaje natural” (Athor, 2012)”, “El delta bonaerense, naturaleza, conservación y patrimonio cultural” (Athor, 2014) y “La costa atlántica de Buenos Aires” (Athor y Celsi, 2017). Este conjunto brinda el panorama más integral que se haya escrito sobre estos paisajes.