La dimensión antropológica instintiva en Max Horkheimer

PAULA GARCÍA CHEREP

Mar del Plata

Congreso; Congreso Nacional de Filosofía; 2019

Asociación Filosófica Argentina

En la lectura de Horkheimer, lo real no es (aun) racional, sino que tiene que llegar a serlo; si el estado de cosas actual es producto de la acción humana, es posible orientar racionalmente el obrar en vistas a una configuración distinta de la actual. Este trabajo se propone indagar los textos más significativos que Horkheimer escribió durante la década de 1930 (Egoísmo y movimiento liberador, Historia y psicología, Teoría Tradicional y Teoría Crítica) para abordar la preocupación por la irracionalidad del mundo actual y el anhelo de realización de una sociedad racional en relación a una perspectiva pocas veces trabajada en investigaciones sobre el director del Institut für Sozialforschung, a saber, la dimensión antropológica instintiva. Horkheimer entiende que la sociedad de su época es el resultado de un ideal que comenzó a forjarse en los inicios de la edad Moderna, cuando la burguesía, como clase social ascendente, buscaba emanciparse de los poderes que la habían sometido con anterioridad. En ese contexto, y con fines propiamente emancipadores, la burguesía desarrolló herramientas intelectuales que le permitieron establecer un dominio sobre el mundo natural. Sin embargo, Horkheimer entiende que ese afán emancipador se vio truncado cuando la razón hipostasió su carácter instrumental, expandiendo su dominio sobre el mundo natural. Al buscar imponerse por sobre la naturaleza, la razón cometió un exceso de dos maneras diferentes: olvidando su alteridad con respecto al mundo natural, e ignorando el aspecto natural de la constitución humana. El exceso de la instrumentalización de la razón derivó en la irracionalidad de someter a quienes ella misma se había propuesto liberar. En el ámbito de la naturaleza humana, la racionalidad instrumental desplegó técnicas de dominio que instauraron la internalización de la autoridad, permitiendo que cada individuo pudiera ?domesticarse? a sí mismo sin necesidad de responder a una autoridad específica, externa a su persona. De tal manera, se logra el fortalecimiento de algunos instintos ?egoísmo, autoconservación-, cuyo desarrollo es necesario para la reproducción de la sociedad actual, a costa del deterioro de otros ?amor, empatía. Estos últimos, a pesar de todos los esfuerzos por ser reprimidos, no cesan de manifestarse en la realidad entrando en contradicción con el orden social vigente. Propondremos, que la transformación social buscada por la teoría crítica requiere un reordenamiento de la relación entre los instintos humanos, la cual tendrá que repercutir necesariamente en una reconfiguración de cada uno de ellos. En otras palabras, el instinto egoísta no se manifestará ya en la sociedad racional bajo las mismas formas en que lo hizo durante el capitalismo. La sociedad racional no sería una en que los instintos se guiarían caóticamente, sino que una en la que ellos se refuncionalizarían en el contexto de una nueva constelación social.