Comedia, felicidad y trabajo. Notas sobre algunas películas contemporáneas

PAULA GARCÍA CHEREP

Encuentro; II Encuentro de Cine y Filosofía; 2018

Cuando en el año 2011 se estrenaron dos películas europeas que tenían al fin del mundo como temática -Melancholia de Lars von Trier y El caballo de Turín de Béla Tarr-, se popularizó aquella frase según la cual el fin trágico de la humanidad resulta mucho más comprensible que cualquier concebible alternativa al capitalismo. Cada una a su manera anunciaba la inminencia del fin. Ya sea asintiendo a la visión nihilista de Justine en Melancholia en clara oposición a la visión de su hermana, Claire, y el marido de esta, ambos formas comunes de la racionalidad burguesa -el científico y la mujer coherente, centrada; o encerrándonos en esa constante repetición de lo mismo que sucede en la película de Béla Tarr. ?Todo ha sido degradado desde que lo han adquirido (?) han envilecido todo. (?) y todo lo que tocan, y tocan todo, lo degradan. (?) Comprar, degradar, degradar, comprar?, se dice en uno de los pocos diálogos de la película, advirtiendo que incluso aquellos que no han participado en la forma de vida de la sociedad de consumo (como es el caso del padre y la hija protagonistas de esta película) tendrán que sufrir las consecuencias de lo que vendrá por el simple hecho de ser humanos, es decir, pertenecer a esa especie envilecida.