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El Rey, horizonte teórico de la reflexión política medieval, es una figura inevitable a la que justificar o combatir, pero nunca ignorar. Sin embargo, en ocasiones, se lo puede combatir y justificar alternadamente como sintetiza la argumentación de don Juan Manuel con la que se presenta en tanto ?par de reyes?, es decir que equipara su rango al regio. Decisión política y personal que le demandó al príncipe una arquitectura argumental, complejizada con los años en sus obras, que le permitiera recortar los poderes del rey sin quitarle su preeminencia en el estamento de los defensores. Es sabido que el Rey, en tanto abstracción, y los reyes castellanos concretos marcaron los textos y la propia vida de don Juan. En consecuencia, todos los que han estudiado sus obras, desde Andrés Giménez Soler, pasando por José A. Maravall, Mª Rosa Lida de Malkiel, Daniel Devoto, Germán Orduna, Reinaldo Ayerbe-Chaux hasta Leonardo Funes, Hugo Bizzarri, Manuel Hijano Villegas y Olivier Biaggini, sólo por mencionar a algunos, han tenido que considerar el contrapunto entre don Juan y/o sus textos con el Rey, encarnado en Alfonso XI. Sin embargo, la complejidad que implica la relación ambivalente que este magnate tuvo con el soberano demanda un análisis hermenéutico de las diversas facetas y consideraciones que fue vertiendo en relación al Rey para acceder a la conceptualización y funcionalidad que adquiere el monarca dentro del entramado social estamental delineado por don Juan.En suma, nos proponemos, a la luz de la nueva historia política, conocer qué conceptualización del Rey urde don Juan Manuel dentro de su lógica teológica estamental sui generis con el fin de comprender más acabadamente la arquitectura sobre la que pretende asentar su poder.

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