BECAS
VIGIDE NicolÁs Carlos
congresos y reuniones científicas
Título:
Avances en el Monitoreo Volcánico Instrumental en la República Argentina
Autor/es:
SEBASTIAN GARCIA; GABRIELA BADI; VICTOR PREATONI; VICTORIA OLIVERA CRAIG; FABRICIO CARBAJAL; GEMMA ACOSTA; AUGUSTO CASAS; NICOLÁS VIGIDE; PABLO FORTE
Lugar:
Arequipa
Reunión:
Workshop; IX Foro Internacional de Peligros Volcánicos ?Volcanes y Sociedad: Riesgo y Prevención?; 2022
Institución organizadora:
Instituto Geológico, Minero y Metalúrgico (INGEMMET)
Resumen:
Las erupciones volcánicas generalmente suelen estar precedidas por señales de “intranquilidad” (unrest) que pueden ser detectadas por redes de monitoreo instrumental. Algunas de esas señales, tales como sismos, aumento de la desgasificación o cambios en los sistemas hidrotermales, pueden ser detectadas por las comunidades locales u observadores casuales. Sin embargo, no todos los episodios de intranquilidad conducen a una erupción, razón por la cual las instituciones científico–técnicas calificas deben analizar esta incertidumbre y asesorar a las autoridades civiles. Esto puede resultar particularmente desafiante si la instrumentación es limitada, así como quedó demostrado durante la erupción del volcán Copahue del año 2012 (Caselli et al., 2016).Argentina presenta una situación particular con respecto al riesgo volcánico. Si bien la densidad poblacional e infraestructura en general es baja en torno a los volcanes activos, existe distinto grado de exposición a los peligros volcánicos. En ciertas áreas, como el sur de la provincia de Mendoza o la Patagonia norte, se encuentran expuestas numerosas personas, áreas protegidas y actividades económicas, incluyendo el turismo. Probablemente, el desarrollo de estas actividades, así como el tamaño de las poblaciones, se incremente en el futuro, aumentando de este modo la exposición a las amenazas de origen volcánico. Además, la situación particular del territorio argentino en relación con los patrones de circulación de los vientos genera que el país esté expuesto no sólo a la actividad de volcanes argentinos sino también a la dispersión y caída de cenizas de volcanes ubicados en Chile (Elissondo et al. 2016).Los observatorios volcanológicos son instituciones o áreas específicas dentro de organismos (Servicios Geológicos, Universidades, Institutos de Investigación, Oficinas meteorológicas) cuya función es el monitoreo de los volcanes considerados activos y la generación de alertas tempranas. El fin de esto es lograr dar aviso anticipado a las autoridades y la población, posibilitando salvaguardar la vida de las personas, y mitigar los impactos sobre las infraestructuras y economías regionales (Pallister et al. 2019).Existen más de 100 observatorios volcanológicos en todo el mundo, muchos de ellos con responsabilidades sobre múltiples volcanes. Para cada país, la constitución exacta y las responsabilidades de un observatorio volcanológico pueden diferir, pero por lo general es la fuente de pronósticos autorizados sobre la actividad volcánica a corto plazo, así como del asesoramiento científico sobre peligros volcánicos a autoridades y tomadores de decisiones. Por lo tanto, tienen un papel clave en el desarrollo de la resiliencia y, por ende, en la reducción del riesgo.Los observatorios volcanológicos previenen sobre el nivel de actividad de un volcán a través de los sistemas de alerta temprana. Estos abarcan una serie de técnicas de comunicación desarrolladas por volcanólogos y responsables políticos para proporcionar información de los peligros volcánicos a las poblaciones en riesgo. La información sobre cuándo y dónde el volcán puede entrar en erupción; la magnitud, estilo y duración de la erupción; Peligros probables e impactos esperables a escala local, regional y global, es crucial para los tomadores de decisiones. Uno de los elementos clave de un sistema de alerta temprana, y el más ampliamente difundido a través de los medios de comunicación, es el semáforo de niveles de alerta técnica volcánica.En América Latina, durante la última década, Argentina junto con Bolivia, eran los únicos dos países con volcanes activos en su territorio que no contaban con observatorios volcanológicos permanentes (Forte et al. 2021). Esto adquiere particular relevancia si se considera que Argentina se encuentra entre los 10 primeros países con más volcanes activos en el mundo (Global Volcanism Program, 2013, así como las reiteradas erupciones que han afectado su territorio (Quizapu 1932; Isla Decepción 1967, 1969, 1970; Láscar 1986–1993; Hudson 1991; Chaitén 2008; Planchón-Peteroa 1991, 2011, 2018; Cordón Caulle 2011, Copahue 2012; Calbuco 2015), generando serios impactos sobre miles de personas y produciendo pérdidas económicas y materiales por millones de dólares (Elissondo et al., 2016; Caselli et al., 2016). A su vez, los registros estratigráficos evidencian la ocurrencia en el pasado de erupciones mayores, con capacidad de afectar a escala local, regional y hemisférica, como es el caso de la erupción riolítica de ~4410 BP del Complejo Volcánico Cerro Blanco (Báez et al. 2020).No fue hasta el año 2017 que iniciaron oficialmente las actividades del Observatorio Argentino de Vigilancia Volcánica (OAVV). El observatorio se constituye como un área especializada del Servicio Geológico Minero Argentino (SEGEMAR) dedicada al estudio y monitoreo de los volcanes cuya actividad pueda afectar al territorio argentino, y encargado de la generación y emisión de alertas técnicas sobre actividad volcánica de forma oficial dentro de la República Argentina. El OAVV es, al momento, el observatorio volcanológico más joven de América Latina (Forte et al. 2021a, Garcia y Badi, 2021).Desde su puesta en funcionamiento hasta la actualidad, el OAVV del SEGEMAR ha logrado instalar redes de monitoreo instrumental permanentes sobre 4 de los 38 volcanes considerados activos para la República Argentina: volcán Copahue y Lanín en la provincia de Neuquén, el Complejo Volcánico Laguna del Maule en el límite entre las provincias de Neuquén y Mendoza, y el Complejo volcánico Planchón Peteroa en la provincia de Mendoza.