BECAS
GIUSTA Marco NicolÁs
capítulos de libros
Título:
LOS SIGLOS XV Y XVI EN EL ACTUAL TERRITORIO DE LA PROVINCIA DE TUCUMÁN: DE LA LLEGADA DE LOS INKAS AL COMIENZO DEL PERÍODO COLONIAL
Autor/es:
CARLOS ANGIORAMA; FLORENCIA BECERRA; MARCO NICOLÁS GIUSTA; JOSEFINA PÉREZ PIERONI
Libro:
PATRIMONIO NATURAL Y CULTURAL DE TUCUMAN
Editorial:
Gobierno de Tucumán
Referencias:
Lugar: Yerba Buena; Año: 2023; p. 81 - 114
Resumen:
El imperio Inka, o Tawantinsuyu, que significa en quechua “las cuatro partes o regiones juntas”, abarcó un territorio de más de 4.000 km de norte a sur, desde el actual sur de Colombia hasta el centro de Chile y Argentina, con una superficie aproximada de 980.000 km². En este imperio vivían más de 10 millones de habitantes pertenecientes a comunidades muy diversas, con tradiciones y lenguas distintas, que estaban gobernados por el Sapa Inka (“único señor”). Como su nombre lo indica, este espacio fue dividido en cuatro regiones o suyus, tomando como centro a Cusco, la capital, localizada en el actual Perú. Hacia el noroeste se extendía el Chinchaysuyu, hacia el suroeste el Kuntisuyu, al noreste el Antisuyu y al sudeste el Kollasuyu. Cada suyu estaba a su vez, dividido en provincias o wamanis. Éstas podían tener hasta 40.000 tributarios, es decir, hombres casados, de entre 25 y 50 años a los cuales el imperio les exigía la realización de distintos tipos de tareas de acuerdo a un sistema rotativo de trabajo (mit’a). Los inkas habrían descendido de los pobladores locales del valle de Cusco y, a partir de 1400 d.C. aproximadamente, habrían comenzado una rápida expansión para dominar poblaciones cada vez más alejadas del centro cusqueño. Las investigaciones muestran dos estrategias desarrolladas por el imperio para la expansión y, especialmente, el mantenimiento del dominio sobre los nuevos territorios. Una de ellas se basó en el control directo, lo que significaba grandes cambios para las poblaciones locales y gran despliegue imperial en el área dominada, mientras que la otra implicaba una presencia indirecta del Inka, a través de aliados con considerable autonomía en los asuntos locales, pero dispuestos a aceptar la sumisión militar, el pago de tributos en trabajo y la injerencia imperial en la economía local. Entre estos dos extremos hubo también una variedad de acciones intermedias que el Inka implementó de acuerdo a las características de la sociedad dominada, el momento de la conquista y su ubicación con respecto a la capital. Dentro de estas estrategias de incorporación, se incluyeron herramientas como la diplomacia y la negociación con las élites locales, la redistribución de diferentes recursos y bienes, la ocupación militar, la destrucción de sitios o edificaciones previas y el traslado de poblaciones, conocidas como mitmaqkuna o colonos, a quienes establecieron en distintos puntos importantes del imperio, ya sea con funciones económicas, de seguridad o religiosas. Como parte de la inversión imperial en infraestructura en las áreas conquistadas, se destacan los 30.000 km de caminos (Qhapaq Ñan), que conectaron todo el Tawantinsuyu, permitiendo acceder, por ejemplo, a los recién fundados establecimientos estatales, áreas productivas o adoratorios de alta montaña.