INVESTIGADORES
VACCARI AndrÉs
capítulos de libros
Título:
Perspectivas y límites de la concretización como modelo de cambio tecnológico
Autor/es:
ANDRES VACCARI
Libro:
Amar a las Máquinas: Cultura y técnica en Gilbert Simondon
Editorial:
Prometeo Libros
Referencias:
Lugar: Buenos Aires; Año: 2015; p. 301 - 326
Resumen:
La filosofía de la técnica de Gilbert Simondon abarca cuatro aspectos complementarios que proyectan diferentes perspectivas sobre una misma realidad:1) En primer lugar, el proceso de cambio tecnológico obedece a su propia lógica autónoma de desarrollo. Simondon elabora un marco centrado en el cambio progresivo cuya unidad de análisis es el objeto técnico. Esta unidad es análoga al linaje filogenético en las ciencias de la evolución, pero introduce ciertos criterios exclusivos al ámbito tecnológico. El objeto técnico evoluciona siguiendo pautas internas (estructurales, energéticas y funcionales) y tiende a desarrollarse en fases orientadas hacia una perfección mayor, las cuales deben ser pensadas como facetas de un mismo proceso: la concretización. El objeto técnico concreto es el punto ideal de convergencia (asintótico) de sucesivas generaciones de artefactos. Simondon complementa este esquema con una serie de conceptos subsidiarios: esencia técnica; elemento, conjunto e individuo técnicos; tecnicidad; y medio asociado. Este último es el único factor externo que codetermina la constitución del artefacto; el medio asociado abarca el entorno y condiciones de funcionamiento, las formas de origen natural-técnico (la distinción cesa de operar) que lo conforman. 2) Pese a esta perspectiva netamente internalista, el desarrollo tecnológico no es completamente independiente de la esfera de la intencionalidad humana. Pero Simondon piensa a esta intencionalidad de un modo particular. Sobre la base de lo anterior (la concretización), se cristaliza una visión de las relaciones entre humanos y máquinas en la que ambos se articulan mutuamente, al tiempo que se hallan diferenciados por sus respectivos regímenes de individuación. La fase más primordial de esta relación es el acto de invención que constituye el origen de las formas técnicas. Hay una armonía, un cierto isomorfismo ?transductivo? entre el pensamiento humano y el funcionamiento técnico. Felix Guattari lo expresa de este modo: ?Es imposible negar la participación del pensamiento humano en la esencia del maquinismo. ¿Pero hasta qué punto puede este pensamiento ser descrito como humano?? (Guattari, 1995: 36). El pensamiento humano tiene un origen no-humano en las metaestabilidades activas a un nivel preindividual que se manifiestan como formas de lo posible. La invención, a su vez, nos remite a una epistemología de la acción-percepción, la cual se origina en las formas más primigenias de lo viviente. La agencia racional descontextualizada no constituye el origen absoluto ni el destino de las formas técnicas. La invención técnica se vale de formas ?naturales? que el pensamiento capta y plasma, pero que no se originan en éste; Simondon denomina este reservorio de formas potenciales, el fondo. Pensamiento, percepción, y socialización son modos, fases, o desenvolvimientos de lo viviente como proceso único de individuación. La concretización, entonces, trae a la luz una ?finalidad pensada y realizada a través de lo viviente? que la mera causalidad física no podría producir (MEOT: 70). Por su parte, el acto de invención es una de las fases de la transindividuación, en la cual los seres técnicos actúan de resonadores, tanto entre individuos humanos como entre los artefactos mismos, conformando así una colectividad de seres artificiales y naturales. Lo viviente (incluyendo a lo humano como fase o manifestación) y lo artificial se hallan diferenciados por sus modos de individuación, y no por una esencia constitutiva, fija, y previamente dada; el acoplamiento entre ellos produce una realidad sinérgica superior, irreducible a sus componentes. Así, las máquinas podrían describirse como una sedimentación del pensamiento humano, y como soportes de la realidad trans-psíquica y social.3) Históricamente, pero más que nada genéticamente, el pensamiento técnico surge del desdoblamiento de la unidad primordial del pensamiento mágico, el cual constituye la forma originaria de la relación entre humanos y el mundo. Esta relación se articula mediante las diferentes fases del pensamiento: religioso, estético, ético, científico, y filosófico. La génesis del pensamiento técnico se localiza en que esta primigenia unidad mágica, la cual expresa ?la relación de vínculo vital entre el hombre y el mundo... anterior a toda distinción del objeto y del sujeto? (MEOT: 181), se satura y da lugar a una separación. En la fase mágica, el mundo se estructura en base a una serie de lugares significativos, tales como cuevas o la cumbre de una montaña. Con el pensamiento técnico, la figura se descontextualiza del fondo y estos puntos clave comienzan a ser comprendidos en términos funcionales. Los poderes y fuerzas, hasta ese entonces cualitativas y concretas, se tornan móviles y se objetivan en herramientas e instrumentos (MEOT: 185).4) Por último, la preocupación central de Simondon es la instauración de una nueva cultura técnica que logre trascender el presente malestar ocasionado por la separación entre cultura y tecnología. Este proyecto vincula a todos los aspectos precedentes en una unidad que constituye el telos de la filosofía simondoniana de la técnica; aquí encontramos a Simondon en su faceta más normativa y proselitista. La nueva cultura técnica debe comenzar con una nueva concepción de los artefactos y de la realidad humana que se encuentra en ellos; también debe incluir un programa educativo basado en esta concepción. Debemos entender y amar a las máquinas, abrazar la lógica de la evolución técnica y reconocernos en ésta. El presente artículo se ocupará exclusivamente del primer aspecto: la concretización como modelo del cambio tecnológico. El objetivo es articular tres líneas críticas a esta teoría:1)El primer paso es preguntarse por las raíces, la coherencia interna, y el alcance del concepto de concretización. ¿Cuáles son sus presuntos? ¿Qué compromisos analíticos y metafísicos nos obliga a tomar? 2)En base a estos compromisos, ¿cómo se aplica el concepto a casos empíricos específicos de evolución técnica? ¿Cuáles ordenamientos históricos produce? ¿Qué aspectos de la dinámica del cambio tecnológico resalta y cuáles ignora? Desarrollaremos el argumento a través de un examen del caso de los tubos electrónicos, el ejemplo clave de El Modo de Existencia.3)En base a lo anterior, y a un nivel más universal, ¿podemos tomar a la concretización como un modelo general del cambio tecnológico? ¿Cuál es el costo de la perspectiva simondoniana?Mi conclusión es que la concretización tiende a ocultar aspectos esenciales de los procesos de variación tecnológica y génesis de nuevos tipos de artefactos. Esto se debe a dos problemas centrales. Primeramente, la perspectiva fuertemente normativa de Simondon califica de esenciales a ciertos aspectos de la dinámica tecnológica mientras descarta al resto (es decir, a la gran mayoría) como imperfecciones o distorsiones; efectos secundarios y superfluos de la interacción entre la agencia humana y los artefactos. Sólo un número ínfimo de seres técnicos se acerca a la perfección concreta.En segundo lugar, la concretización nos exige que dejemos de lado cualquier referencia a las funciones del artefacto en su contexto humano. Para Simondon, la distinción entre dimensiones humanas (simbólicas, sociales, culturales, políticas, pero también funcionales desde el punto de vista de los usos y propósitos humanos) y procesos técnicos (estructurales, físico-químicos, funcionales desde el punto de vista interno o sistémico) es tajante. Las formas técnicas no tienen ninguna carga ?humana? o intencional, tal como la entiende el intencionalismo. Esto nos conduce, por un lado, a ordenamientos históricos rarificados y contraintuitivos, en los que linajes de artefactos claramente relacionados (causal, funcionalmente, o en vista de sus principios de operación) deben ser considerados como pertenecientes a diferentes ?objetos técnicos? o como parte de una ?evolución natural? sin reglas precisas.Por otro lado, se nos presentan casos (muy comunes en la historia de la tecnología) en los que ?antagonismos?, en el sentido simondoniano, se transforman en principios productivos y generan nuevas clases o linajes de artefactos. Tanto la abstracción como la imperfección son centrales en la dinámica del cambio tecnológico, como principios generadores de nuevas formas. Otro problema relacionado se presenta en el pasaje del objeto al conjunto. Los conjuntos simondonianos se caracterizan por un alto grado de abstracción y por la carencia de un medio asociado. No existe un principio de autoadaptación de los conjuntos análogo al de la concretización de los objetos técnicos. Se sigue de esto que su principio de organización debe hacer referencia a alguna función ?externa?. Por ejemplo, podemos encontrar a la turbina, como individuo o subconjunto técnico, en una variedad de conjuntos (aviones, centrales térmicas, aerogeneradores, submarinos, etc.) A su vez, cada uno de estos conjuntos es una unidad funcional en la cual los elementos se distribuyen de acuerdo a algún fin o propósito. La ?forma? de un Boeing 767 se explica en función de lo que el conjunto realiza en su totalidad (maniobras de vuelo, despegue, aterrizaje, transportar pasajeros y carga, etc.). Esta función global del conjunto es un elemento necesario a la hora de explicar el ensamblaje ?interno? de subconjuntos y elementos. Adoptaremos aquí un uso mínimo e intuitivo de ?función?, sin comprometerme con ninguna noción o escuela. Argumento que la función es un elemento descriptivo necesario, y que esto complica los esquemas de Simondon.Antes de proseguir, dos advertencias: estoy presuponiendo que la filosofía de la técnica de Simondon propone un modelo empírico y universal, ampliamente aplicable a todos los procesos de variación y creación. Como veremos, las dimensiones descriptivas y normativas de la filosofía de Simondon son difíciles de separar. Aún así, el detallado análisis de casos que realiza Simondon deja en claro que esta dimensión empírica es un aspecto crítico del proyecto simondoniano.En segundo lugar, el fracaso empírico de la concretización y conceptos asociados no significa que debamos rechazar las ideas de Simondon. Es posible que estas contradicciones y problemas puedan ser resueltas en otro nivel de análisis. Mi propósito, entonces, es identificar las cuestiones que este otro nivel de análisis debería resolver (en particular, la cuestión de la función y cómo la esfera ?intencional? puede incidir causalmente en la constitución interna y desarrollo de las tecnologías).