INVESTIGADORES
PLOT Martin Fernando
capítulos de libros
Título:
Exilio y desaparición como categorías políticas.
Autor/es:
MARTIN PLOT
Libro:
Políticas del exilio. Orígenes y vigencia de un concepto.
Editorial:
Editorial de la Universidad Nacional de Tres de Febrero
Referencias:
Lugar: Caseros; Año: 2011; p. 209 - 216
Resumen:
En este trabajo se analiza cómo la radicalidad del último régimen militar argentino, compartida por el chileno y, en menor medida, el uruguayo, su carácter semi-totalitario, introdujo una novedad sustancial en la experiencia política del Cono Sur. A diferencia de las dictaduras precedentes, el perseguido político, el que ya no tenía lugar en la ciudad, no era un adversario político – o hasta un enemigo – al que debía expulsarse – o hasta eliminarse – para así imponer la voluntad política propia en el territorio nacional. Ahora, el perseguido político, aquel que ya no tenía lugar en esta ciudad, no debía tenerlo en ninguna; era un enemigo en una guerra global, no meramente local, y debía, por lo tanto, desaparecer, ser incapaz de aparecer, o reaparecer, en otro tiempo o lugar, pudiendo así dar testimonio tanto de lo ocurrido como de la pluralidad, aquella ley de la Tierra (concepto arendtiano) que el régimen negaba en su radicalidad. En este capítulo muestro cómo el exilio pasó a segundo plano en la interpretación y la experiencia argentina de la década del setenta porque el terrorismo de estado introdujo una mutación en el carácter del autoritarismo sudamericano. Este último, característico de la identificación del ejército – y la iglesia – con la nación desde los años de las guerras de la independencia, seguía, sin embargo, imaginando un mundo plural en el que los exiliados, peligrosos sin duda para el propio régimen, deambulaban por un mundo que excedía las aspiraciones y el alcance de un orden político que no dejaba de ser local. Esta cosmovisión dejó de ser compatible con la autopercepción de los estados terroristas del Cono Sur en la década del setenta. Para estos, el enemigo ya no era aquel que no tenía lugar en la ciudad propia sino aquel que no debía tener lugar en ciudad alguna; el enemigo ya no era alguien a quien debía privarse de existencia política sino alguien a quien debía privarse de existencia sin más. Esta nueva forma de exilio, que fue implementada como desaparición, ya no podía limitarse a expulsar al exiliado de una comunidad política con indiferencia por su potencial acogida en otra. Esta nueva forma de exilio presentó una nueva perplejidad, la de una comunidad política que, como ya otras en el pasado, se disponía a imponer límites a la ley de la Tierra, arrogándose el derecho de determinar los límites de su pluralidad.