BECAS
MORETTI BASSO Ianina
congresos y reuniones científicas
Título:
Manifiesto para Cyborgs: Lecturas de Emergencia.
Autor/es:
IANINA MORETTI BASSO
Lugar:
Buenos Aires
Reunión:
Congreso; XVI Congreso Nacional de Filosofía; 2013
Institución organizadora:
Asociación de Filosofía de la República Argentina y Universidad Tres de Febrero
Resumen:
Manifiesto para cyborgs: lecturas de emergencia Ianina Moretti Basso.- UNC En el marco de una perspectiva socialista y feminista, Donna Haraway se sitúa en una crítica provocadora, pero sin dejar de apostar por esas luchas, para lo cual plantea un nuevo mito político: el del cyborg. El cyborg es un organismo cibernético, un híbrido de máquina y organismo, que desafía las fronteras tradicionalmente aceptadas y contamina la realidad social con la ficción. Pretendemos abordar su “Manifiesto para cyborgs” guiados por la pregunta acerca del individuo: qué lugar ocupa en la teoría; y qué posibilidades hay de pensar la misma sin presuponer el principio de individuación. Si el cyborg es el sujeto político, cómo resuelve la cuestión de la individuación; y si, tal como lo veremos más adelante, la autora lo propone como un sujeto colectivo, en qué consiste, a quién colectiviza . El eje sobre el que se erige la liberación que Haraway propone es “la construcción de la conciencia, de la comprensión imaginativa de la opresión y de lo posible” . Aquí nos preguntamos cómo construye una consistencia con esta premisa dentro de su planteo, que pareciera intentar descentrar al sujeto de la política de la racionalidad. Relacionado con su cuerpo animal y ‘maquínico’ (artificial), poner otra vez la conciencia en el centro de la liberación hace pensar dónde queda el cuerpo, otra vez, en esta propuesta.¿Cómo pueden articularse esta conciencia con la materialidad de las condiciones y los cuerpos? ¿Cómo pensar una liberación que tenga por centro a los cuerpos mismos? Quizá Haraway lo piensa en la importancia que le da al placer en sus nuevas lecturas, en la confusión de las fronteras, y sobre la responsabilidad en la construcción de otras nuevas. Quizá está pensando en la inclusión de los cuerpos en los discursos, y así en discursos disruptivos que parten de cuerpos otros, disruptivos a su vez. Entonces surge la cuestión de las condiciones de posibilidad necesarias para que un discurso como éste sea posible y, aún más, posibilite una emancipación. Desde las condiciones de posibilidad de nuestra situacionalidad particular, por ejemplo, parece problemática la propuesta de pensar al cyborg como una criatura en un mundo postgenérico. Quizá podría pensarse a modo de horizonte, pero aún quedan pendientes muchos reconocimientos en las luchas de género, aún son excluidos muchos cuerpos por sus modos de vivir el género, y son necesarios reclamos por la posibilidad de la autodeterminación; ¿se pueden obviar estas problemáticas bajo la expectativa de un contexto en que no haya diferenciación alguna entre géneros y encarnaciones? ¿Nos sirve pensar el contexto de acción del cyborg como postgenérico? ¿Podemos, en Latinoamérica hoy, pensarlo de este modo? Tal como lo nota Butler en su artículo “Violencia, Luto y Política”, “el reclamo de la integridad corporal y la autodeterminación es esencial para muchos movimientos políticos. Es importante reclamar que nuestros cuerpos son hasta cierto punto nuestros y que estamos en la posición de reclamar derechos de autonomía sobre nuestros cuerpos.” Aquí se está pensando en las reivindicaciones de los derechos lésbicos y gay a la libertad sexual, en demandas transexual y transgénero a la autodeterminación, reivindicaciones intersexo de ser libres de coercitivas intervenciones médicas y psiquiátricas, en demandas por permanecer libres de ataques racistas, físicos y verbales, también en la reivindicación feminista sobre la libertad reproductiva, y en “aquellos cuerpos que trabajan bajo coacción, económica y política, bajo condiciones de colonización y ocupación. Es difícil, si no imposible, formular estos reclamos sin recurrir a la autonomía. (…) No obstante, ¿hay otra aspiración normativa que también debamos buscar para articular y defender? ¿Existe alguna manera en la que el lugar del cuerpo, y la forma en la que nos dispone fuera de nosotros mismos o nos pone junto a nosotros, abra otro tipo de aspiración normativa [que la de la autonomía] dentro del campo de la política?” Esta última pregunta expone nuestra preocupación por la tensión entre estos reclamos desde el individuo, y las posibilidades de colectivizar las luchas como las arriba mencionadas, quedando la posibilidad de pensar un mundo ya superado de estas luchas, devenido en postgenérico, bastante remota. Así, además de las tres rupturas limítrofes que marca Haraway, entre lo humano y lo animal; entre organismos animales y máquinas; entre lo físico y lo no-físico, nos preguntamos por la pertinencia de incluir la ruptura de la frontera de la individuación. El Cyborg aparece como una ironía final, como si la dominación occidental se diera con un tope en su continuo progreso “en la abstracta construcción de individuos”, dando lugar a “un último yo no atado a ninguna dependencia; un hombre en el espacio”. Ante esto, ¿hay que entender que sigue siendo un individuo el que se construye en este final? Y si lo es, ¿es totalmente independiente? No se nos escapa la dificultad de un planteo que no presuponga la individuación, aún sabiendo que ésta “es un logro, no una presunción y ciertamente no una garantía.” Butler probablemente acierte cuando arriesga que quizá necesitamos de un lenguaje distinto para poder pensar algo nuevo sobre cómo estamos constituidos por nuestras relaciones. Cómo programar un reclamo que supere a la autonomía sin desdibujar los cuerpos y sus diferenciaciones, cómo universalizar sin absorber. Haraway se cuestiona en este sentido cuando pregunta: “¿Qué clase de política podría abrazar construcciones parciales, contradictorias, permanentemente abiertas de entes personales y colectivos, permaneciendo al mismo tiempo fiel, eficaz e, irónicamente feminista y socialista?” ; permaneciendo, podríamos parafrasear, eficaz e irónico a una nueva construcción de un “nos+otros” que permita la acción política sin homogeneizar las diferencias. La propuesta de este análisis no es, seguramente, resolver estas tensiones de modo absoluto, sino ponerlas a jugar en nuestras agendas políticas, en nuestros escritos, en nuestras propuestas creativas, para pensar desde ellas y contra ellas en la construcción de un (siempre) nuevo sujeto político.