BECAS
MORETTI NicolÁs Domingo
libros
Título:
Buenos cristianos y honrados ciudadanos. La obra salesiana y la cuestión social. Córdoba, 1905-1930.
Autor/es:
MORETTI, NICOLÁS DOMINGO
Editorial:
Centro de Estudios Históricos "Prof. Carlos S. A. Segreti"
Referencias:
Lugar: Córdoba; Año: 2014 p. 174
ISSN:
978-987-45554-0-3
Resumen:
Este trabajo ofrece una interpretación histórica acerca del origen, modelo pedagógico, desarrollo e impacto de la obra salesiana en la ciudad de Córdoba, Argentina, indagando sobre la concepción social de la propuesta educativa desplegada por la congregación como una respuesta a los aspectos más vulnerables de la cuestión social y sus relaciones y diferencias con el proyecto civilizador elaborado por las elites dirigentes entre los años 1905 y 1930. Hacia finales del siglo XIX y principios del XX, el surgimiento de serios desajustes sociales puso en riesgo las bases y la visión de progreso y modernización del país. La aparición de un sinnúmero de problemas como el pauperismo, la marginalidad, la proliferación de epidemias y otros ?males sociales? como la prostitución, la delincuencia y la vagancia, constituyeron la cara visible de esa nueva cuestión social ante la cual no hubo una política integral desarrollada por el Estado, sino que diversas instituciones asistenciales de la sociedad civil delinearon, proveyeron y afectaron la naturaleza de la asistencia social en un intento de neutralizar las manifestaciones del pauperismo en el tejido social. Dentro del abanico de problemas que se hizo necesario resolver, cobró notoriedad la situación de numerosos niños y jóvenes huérfanos y pobres que rondaban los espacios urbanos, que en gran proporción no tenían una ocupación fija más allá de realizar empleos transitorios y en precarias condiciones. La existencia de estos grupos de menores en riesgo - expuestos a la condición de pobreza, desnutrición y ausencia de protección y escolarización - representaba una amenaza al objetivo de alcanzar una sociedad ordenada, integrada, saludable y culta. Así, la educación se constituyó en la herramienta más eficaz de un proyecto civilizador delineado desde los sectores dirigentes, a través del cual se intentó lograr la regeneración social mediante el desarrollo y el progreso material y cultural, edificando una nueva y fortalecida sociedad civil.Dentro de este contexto existía una demanda de instituciones capaces de brindar una formación técnico-profesional a una amplia masa de niños y jóvenes marginados en edad escolar. Ante esta situación, la elite dirigente local vio la acción social desplegada por los salesianos en otras ciudades en consonancia con su proyecto civilizador, que pretendía encauzar los comportamientos, gestos y valores para formar los futuros ciudadanos de la República. De allí que comenzó las gestiones y prestó la ayuda material necesaria para que la congregación instalara una de sus escuelas profesionales en Córdoba. La fundamental promoción y ayuda suministrada por miembros de la clase alta de la sociedad al desarrollo de la obra salesiana, estuvo justificada por la creencia de que establecimientos de ese tipo eran los más adecuados para dar respuesta a la cuestión social. A través de diversas prácticas asistenciales, profesionales, dirigentes y sacerdotes del clero con relaciones de cercanía con el poder político y la naciente burguesía comercial de la ciudad, propiciaron el acelerado desarrollo de esta particular obra educativa. Los aportes de dinero fueron tales que su origen y expansión no hubieran sido posibles sin mediar la colaboración de la sociedad civil, ya que el Estado solo destinó subsidios ocasionales que, en su mayoría, fueron otorgados gracias a la intervención de algunos cooperadores pertenecientes al ámbito gubernamental. Al reconstruir las diversas prácticas y configuraciones discursivas que tuvieron lugar en sus instituciones, puede observarse cómo los salesianos aunaban las diversas estrategias de control y disciplinamiento más rígido con los objetivos tendientes a lograr la integración social plena de esos niños y jóvenes marginados. El Oratorio Festivo fue la primera instancia en esa tarea de rescate y control de la niñez callejera que, conjugando todo tipo de juegos y diversiones apropiadas con sutiles lecciones de moral y catecismo, logró reunir a una buena cantidad de niños y jóvenes de los márgenes. El proyecto social salesiano adquirió mayor relevancia con la incorporación de esos niños como pupilos en la Escuela de Artes y Oficios. Allí, en ese espacio cerrado y al resguardo de la calle, los alumnos aprendieron los hábitos, destrezas y valores necesarios para convertirse en honrados ciudadanos constructores de la nacionalidad. Dentro de la institución el niño se encontraba con un ambiente regido por la disciplina, configurado a través de distintos mecanismos de reglamentación y control del tiempo y los espacios. Si el Oratorio constituía una primera forma de disciplinamiento, el internado salesiano reforzaba los elementos tendientes a lograr la definitiva reforma de las costumbres en aquellos menores. Además de constituir uno de los fines de la congregación, el lugar predominante que los salesianos le otorgaron a la religión -la cual atravesaba todas las actividades-, estuvo vinculado a la existencia de una fuerte prevención contra el socialismo y el anarquismo que, desde otra posición, también ejecutaban iniciativas para contribuir al mejoramiento y bienestar de la clase obrera. Lograr la santidad personal, el dominio de las pasiones y una rígida moral de inspiración cristiana, fue para los salesianos una tarea tan importante como la instrucción técnica o intelectual de los alumnos.Asimismo, todo esto se vio acompañado de un conjunto de prácticas culturales que reforzaron los valores, hábitos y costumbres adquiridos por los alumnos en los patios, aulas y talleres del Oratorio y colegio. Las obras de teatro de carácter moral, junto con la banda de música, la práctica de una educación física militarizada y los batallones de los Exploradores de Don Bosco, fueron experiencias de formación y control del tiempo libre de los niños, a la vez que les trasmitían y cimentaban una verdadera identidad católica y salesiana. Del mismo modo, la realización de fiestas y conmemoraciones sumado a la abundante práctica editorial desplegada por la congregación y el desarrollo de asociaciones que trascendían la vida escolar - como el Centro de Ex-alumnos y la Societá Cattolica Popolare Italiana - demuestran cómo los salesianos se apropiaron del espacio público con miras a ampliar las bases del consenso general hacia su obra y hasta qué punto estaban convencidos de su misión apostólica y social dentro de la sociedad, que iba más allá de su tarea específica como educadores de niños.Este tipo de prácticas también estuvieron acompañadas por diversas estrategias que perseguían la integración e inclusión de los niños y jóvenes de los sectores sociales más vulnerables. El Oratorio Festivo, además de constituir un espacio formativo y de control, también fue el primer engranaje de un sistema diseñado para lograr la transformación e integración de los menores a través del trabajo. Así, la intervención salesiana preveía la búsqueda de empleos y lugares de trabajo acordes a los ambientes que ellos consideraban moralmente sanos. La preocupación por dotar al obrero de una educación integral, donde no faltaran los elementos fundamentales de la cultura, desde las letras a la ciencia, fue pensada como una forma de reducir la brecha entre las clases y armonizar las relaciones sociales. Las escuelas profesionales salesianas impulsaron la educación teórica y práctica del trabajador como una forma de que éste, por sus propios medios, lograra mejorar su condición material y espiritual. La educación técnico-profesional impartida de manera gratuita a una gran cantidad de alumnos pobres o huérfanos, fue la base del modelo de pedagogía social implementado por la Congregación Salesiana durante las primeras décadas del siglo XX en la ciudad de Córdoba.