Claves desde Hume para el problema de la creencia

CLAUDIO CORMICK

Mar del Plata

Congreso; I Jornadas Nacionales de Filosofía Moderna. El giro subjetivista de la Filosofía Moderna. Perspectivas históricas y debates contemporáneos; 2010

Cátedra de Filosofía Moderna de la UNMdP

Intentaremos en este trabajo desarrollar una serie de tesis epistemológicas que resultan de la discusión del tomo I del Tratado de la Naturaleza Humana de Hume, en particular la parte iv, con el propósito de situarlo, más allá del interés puramente histórico, en una discusión filosófica en torno a un conjunto de problemas que involucra, principalmente, la noción de creencia. Creemos que una relectura de estos pasajes puede aportar una serie de resultados relevantes al debate filosófico actual. En la medida en que (1) la creencia es -debido a la facticidad del conocimiento- un hecho más en el mundo, y, no obstante, presenta la ambigüedad de no poder reducirse a esta condición, al ser también nuestra perspectiva sobre el mundo en un momento dado, esto conlleva que (2) los modos de la conciencia que explican la especificidad de la creencia presente en contraste con la creencia pasada no pueden reducirse a diferencias entre objetos reales -como son, en el caso particular de Hume, las entidades psicológicas “percepción vivaz” y “percepción no vivaz”-: la diferencia es, en realidad, no la que hay entre dos objetos sino la diferencia, estructural, entre un objeto y un acto de conciencia; esto es, se trata de posiciones diferentes en la estructura (ego-cogitatio-cogitatum) de la conciencia. Una creencia no es tal por su mayor vivacidad sino por ser el acto de la conciencia en el que estamos “situados”, el que determina nuestra perspectiva sobre el mundo, en un momento dado. En consecuencia (3), y de manera análoga a lo que Hegel detectaba en relación al problema del “límite” del conocimiento -que, en tanto constatado, dejaría ipso facto de ser un límite, estaría rebasado- así también la pretensión de establecer la irrebasabilidad de una creencia en virtud, supuestamente, de su intensidad, probaría, por el contrario, que tal creencia está ya rebasada: la “vivacidad” (para el caso de Hume, pero también la insuperabilidad histórico-socialmente producida, en autores como Richard Rorty o Stanley Fish) es un carácter de la creencia en tanto objeto psicológico, en tanto creencia constatada, y, si se está objetivando una perspectiva, entonces no estamos ya en ella, sino en una nueva; no estamos constreñidos a ver el mundo desde aquella creencia sino que podemos, “a distancia”, juzgar la creencia misma.