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A comienzos de noviembre de 1933, un volante firmado por la "Agrupación Femenina" de Comodoro Rivadavia invitaba a una movilización que se realizaría el día 7 de ese mes para conmemorar un nuevo aniversario de la Revolución Rusa. Dirigido fundamentalmente a las trabajadoras, su texto denunciaba además las condiciones laborales de quienes se desempeñaban como lavanderas, sirvientas, mucamas y cocineras en esa región patagónica esgrimiendo reivindicaciones tales como el derecho al descanso semanal, la jornada de trabajo de ocho horas y un aumento salarial. Aún cuando era una de las más incipientes pues se había conformado casi un año atrás, la Asociación Femenina formaba parte de un vasto abanico de organismos de masas que el activismo comunista había desplegado en Comodoro Rivadavia replicando iniciativas llevadas a cabo en otros lugares del país. De tal modo, en los años iniciales de la década de 1930 se habían puesto en funcionamiento sindicatos que agrupaban a los trabajadores de la ciudad y de los campamentos petroleros aledaños, filiales locales de la Federación Juvenil Comunista y del Socorro Rojo Internacional, ollas populares y espacios organizativos para las y los desocupados a la par que estimulado no sólo abiertas confrontaciones de clase mediante huelgas y mitines, sino un conjunto de espacios dedicados a la propaganda, formación política y la recreación tales como conferencias, veladas cinematográficas, picnics, periódicos, una biblioteca y un centro cultural obreros. La reconstrucción de ese activismo comunista es el objetivo principal de este trabajo, examinándolo en base a la indagación de las estrategias que las mujeres y varones de la clase trabajadora de Comodoro Rivadavia pusieron en juego para definir y defender sus demandas por derechos en un contexto altamente recesivo y represivo para la militancia obrera.

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