INVESTIGADORES
GHECO Lucas Ignacio
congresos y reuniones científicas
Título:
"Y observamos nuestros nombres". Experiencias de registro en la Salamanca de Albigasta
Autor/es:
RODRÍGUEZ OVIEDO, MELISA; GHECO, LUCAS
Reunión:
Workshop; La irrupción de lo extraordinario en el trabajo de campo; 2020
Resumen:
Este trabajo surge de una situación hipotética, aunque no por eso menos plausible, sobre las implicancias de conservar una salamanca, específicamente la salamanca de Albigasta, en tanto es patrimonio arqueológico estatal y aplicable de la legislación nacional. En este juego de pensar una salamanca tutelada y bajo el control del estado, salieron a la luz algunos eventos surgidos hace unos años. Esta cueva con arte rupestre prehispánico en la Provincia de Catamarca (noroeste argentino), conocida por su potencial salamanquero; se traduce en un lugar/evento de adquisición de dones extraordinarios mediante pactos con el mismísimo demonio. En este abrigo, además de las ?pinturas arqueológicas?, los restos materiales de actividades modernas dejan pocas dudas sobre sus usos actuales: paredes repletas de nombres pintados, restos de velas quemadas, cráneos de chivos, leyendas, canciones. Lugar de constante trasformación. No sabíamos dónde estaba la cueva más allá del nombre del poblado cercano, por lo que al llegar a Albigasta, comenzamos a preguntar por ella. Entre respuestas esquivas y luego de varias consultas, nos indicaron que estaba río arriba, aunque sin mayores precisiones. Quienes sabían de la existencia de la cueva, decían no conocerla. Llegamos al Río Albigasta, dejamos los autos y comenzamos a caminar por el cauce seco, sin rumbo más allá del ascenso indicado. La situación no era muy alentadora: caminábamos por el lecho arenoso del río en medio de la siesta, una franja de monte espinoso ladeaba el curso en ambos márgenes y luego, a cada lado, se alzaban paredes rocosas verticales que iban encajonando cada vez más nuestro sendero. Continuamos un rato hasta que vimos, a unos 100 metros, una persona que caminaba por el río en dirección opuesta. Lo saludamos a la distancia e intentamos hablar con él. Nos presentamos y le preguntamos por la Salamanca. Después de numerosas vueltas, logramos llegar, a la distancia, en el acceso a la cueva, un escrito en pintura blanca hace las veces de un escueto instructivo: ?Ponga su nombre y entrege [sic] su alma?. Luego de realizar una primera recorrida por la cueva, comenzamos un rápido relevamiento fotográfico. A los pocos minutos, varias de las cámaras utilizadas comenzaron a fallar. De repente, parecían haberse enloquecido. Al momento de tomar la imagen, intentaban hacer foco pero no lo lograban y, luego de varias pruebas, se apagaban. A pesar de los intentos y de cambiar las baterías, dos cámaras no pudieron ser más utilizadas. Pero quedaban otras, así que continuamos. Unos minutos más tarde decidimos revisar las fotos que habíamos tomado. Mientras repasábamos las imágenes desde las cámaras que aún funcionaban, comenzamos a notar que entre los escritos de las paredes que habíamos fotografiado, aparecían varios de nuestros nombres: Marcos, Vero, Marcos, etc. Y también uno de nuestros apellidos. Conversábamos sobre la situación, sobre las cámaras que fallaban y los nombres fotografiados, cuando dos sonidos secos llamaron nuestra atención. Decidimos iniciar el regreso para no andar de noche. Salimos de la cueva, atravesamos el monte y alcanzamos el río. Caminábamos de a dos o tres, por momentos pensativos. Mientras volvíamos, probamos tomar fotos con las cámaras que habían fallado. Ahora todo parecía andar bien. Seguimos caminando.