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Desde hace algunos años, las investigaciones arqueológicas en la sierra de El Alto-Ancasti (Catamarca, Argentina) han indagado en las historias y modos de vida locales estudiando sus paisajes residenciales, agrícolas y rupestres. Con respecto a estos últimos, si bien los abrigos y bloques rocosos pintados y grabados de la sierra fueron tradicionalmente adscriptos a la cultura de La Aguada, trabajos más recientes han destacado su mayor heterogeneidad cronológica y espacial.Hasta el momento, estas investigaciones se han concentrado principalmente en los sitios de Oyola, La Tunita y Los Algarrobales. Aunque diferentes entre sí, comparten características que permiten agruparlos en una modalidad espacial definida por la presencia de varios abrigos pintados, de tamaños más bien reducidos y próximos entre sí. En Oyola, la excavación estratigráfica de dos cuevas dio cuenta de su uso reiterado, aunque esporádico, entre el 400 y el 900 d.C. Esto se condice con las historias de pintado descriptas para los paneles rupestres del sitio, caracterizados como montajes policrónicos. Así, hemos comenzado a comprender algunos de los procesos históricos vinculados al arte rupestre de la sierra.Sin embargo, estos conocimientos no pueden ser extrapolados para explicar los paisajes e historias de sitios con otras características espaciales como La Candelaria. Este se encuentra conformado por un único abrigo con arte rupestre, de gran tamaño, que presenta un repertorio pictórico de figuras antropomorfas, felínicas y ofídicas blancas con alto carácter narrativo. Si bien su estudio material identificó distintas mezclas pigmentarias y técnicas de confección, permitiendo postular distintos eventos de pintado, en términos generales estos motivos se destacan por presentar cierta homogeneidad aparente.Estas observaciones conducen a postular la hipótesis de que en la cueva de La Candelaria se habrían desarrollado otro tipo de prácticas sociales, quizás vinculadas a un momento cronológico más acotado. Para evaluarla, nos propusimos aproximarnos a los procesos históricos que dieron forma y modificaron la cueva y el paisaje del cual forma parte. En esa dirección, planteamos una metodología que combinó distintas líneas de evidencia y escalas de análisis involucrando, por un lado, la excavación estratigráfica de parte de los depósitos sedimentarios del abrigo y, por otro lado, prospecciones por el paisaje circundante. En esta ponencia daremos cuenta de los primeros resultados obtenidos, complejizando nuestra comprensión de los procesos históricos que tuvieron lugar en la sierra de El Alto-Ancasti.

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