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En los primeros años del S. XX se abre un rico debate en torno a la vivienda. Nuevas propuestas para mejorar la situación de una especulación que se vio desbordada por el aluvión inmigratorio en las grandes ciudades y que reprodujo de forma recurrente la tipología de la casa chorizo, le abren a los arquitectos las puertas a un debate cuyo motivo es fijar los lineamientos de acción de la profesión frente a la especulación inmobiliaria. Tanto las asociaciones de profesionales como ciertos personajes polémicos, toman partido respecto de esta cuestión, muchas veces abriendo juicios morales, pero en todos los casos pensando como hacer caber esta arquitectura mercancía en las incumbencias profesionales y como dar desde la disciplina un alo de dignidad a esta denigrada producción. A través del análisis de revistas especializadas Nuestra Arquitectura, Revista de Arquitectura, Edilicia, El Constructor Rosarino- y escritos publicados por los arquitectos en esos años, intentaremos ilustrar estas posturas respecto de la vivienda mercancía; los cuestionamientos y las propuestas que evidencian los intereses que signaban al campo profesional de principios de siglo xx. En dicho debate podemos diferenciar dos momentos cuyo quiebre (1930) es coincidente con la estabilización en la renovación tipológica de la vivienda propuesta por la historiografía de referencia. Un primer momento (1920-1930): rico en propuestas que intentan marcar diferencia con el resto de los profesionales que intervienen en la construcción de estas viviendas. Para este fin el arquitecto ofrece administración racional, científica de los recursos para lograr economía. El segundo momento (1930-1943): donde se agudizan las autocríticas respecto de las proposiciones del periodo anterior y sin renunciar al programa especulativo, los arquitectos ajustan las herramientas que en el periodo anterior les hubieran posibilitado posicionarse en este rubro.

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