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La inclusión financiera es un importante mecanismo que permite incrementar el bienestar de la población, mejorando los flujos de ingreso y consumo en el tiempo por medio del ahorro y el crédito (Čihák et al.,2012; De Olloqui et al., 2015; Barajas et al., 2020). La utilización por parte de la sociedad de medios de pago electrónicos (MPE), se consideran uno de los pasos a seguir para colaborar en la inclusión financiera de aquellos sectores excluidos (Datta y Desai, 2018). No solo porque a través de su uso, mejora la educación digital y financiera de las personas (David et al., 2016; García et al. (2013), sino que además, se considera una herramienta clave para la construcción de un historial crediticio, que permita a las personas acceder a otros servicios financieros más convenientes (Carballo et al., 2021). Entre los MPE más utilizados, la tarjeta de débito (TD) es la que más ha crecido en los últimos años. El Índice Prisma, detectó que el uso de TD en Argentina, creció un 32,9% interanual del 2019 al 2020, al igual que el uso de tarjetas prepagas (40,2%), impulsado por uso de las tarjetas sociales, como la Alimentar (Prisma, 2021). No obstante, la cantidad de usuarios que usa la TD para retirar efectivo, es más elevada que la cantidad de usuarios que la utilizan para realizar compras; aunque se observa una cierta tendencia inversa desde el 2019. El porcentaje de la población con acceso a instrumentos financieros es elevado en Argentina. Según el informe de inclusión financiera del 2020, el 91% de la población adulta tiene una CBU, y el 25% cuenta con al menos una CVU. Según este informe, estos porcentajes aumentaron exponencialmente con la apertura de 5 millones de cuentas bancarias a mediados del 2020, específicamente para la transferencia de ayudas correspondientes a programas sociales. La pandemia también promovió el uso de medios de pago electrónicos, aumentando un 19% en detrimento del uso de efectivo entre el 2019 y el 2020. A pesar de este crecimiento durante la pandemia, el efectivo sigue siendo el medio de pago más utilizado. Según la Encuesta Permanente de Hogares, (INDEC, 2018), el 69,4% de los gastos de consumo se realizan en efectivo, y el 19,4%, con TC y TD. La utilización de MPE es una problemática que, además de analizarse desde la decisión del consumidor (cliente) es necesario evaluarla desde el lado de oferta, considerando el nivel de aceptación de medios de pago distintos al efectivo por parte de comercios, pues ello representa otra barrera al uso de este tipo de medios de pago. En Argentina existen pocos trabajos que estudien las limitaciones a la adhesión de medios de pago electrónicos de los comercios de cercanía. Uno de ellos es el trabajo de Carballo & Bartolini, (2020) quienes realizaron un estudio en comercios del Barrio Padre Carlos Múgica (ex Villa 31 y 31 bis) de la Ciudad de Buenos Aires en el 2019, para caracterizar y diagnosticar el estado actual del uso de medios de pago. Entre las barreras estructurales que limitan el uso de MPE, encontraron que sólo 49% tiene acceso a internet desde el comercio, el 50% no tiene computadora, y el celular es el único dispositivo de acceso a Internet. Entre las brechas financieras y digitales, se observó que si bien un 87% posee un smartphone, su uso es casi nulo para realizar compras, transferencias, descargar una billetera electrónica.El objetivo de este trabajo es conocer la situación actual, las barreras y la disposición de la adopción de medios de pago electrónicos (MPE) por parte de los comercios barriales, centrando el estudio en la adopción de Billeteras Electrónicas (BE) como medio de pago. Conocer el grado de utilización de MPE y los motivos de adhesión de los comerciantes, permitirá ampliar el conocimiento acerca de las barreras con las que se encuentra el usuario para seleccionar el medio de pago en sus compras en comercios de cercanía.

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