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Los museos, en las últimas décadas, buscan atender a una orientación plural en que se destaque su dimensión social. Los primeros intentos estuvieron asociados con acciones vinculadas a la accesibilidad, lo que permite relacionarlos con políticas de democratización cultural; es decir, ofrecer múltiples estrategias que se enfoquen en ampliar y fidelizar segmentos de públicos asiduos. Luego, pasaron a atender aspectos relacionados con la diversificación ―en vínculo con la inclusión― en línea con políticas situadas en la democracia cultural, en que los establecimientos centraron sus esfuerzos en llegar a grupos más amplios y diversos. Actualmente, se reconoce cierta orientación con la participación desde lo territorial ―en relación a cómo se vive lo cultural―, que podemos relacionarlas con las políticas de lo común (Barbieri, 2014), o de proximidad (Vitori-Gasteiz, 2015). Se establecen, así, distintas dinámicas que apelan a procesos de creación, generación de comunidades y evaluación que aquí se asocian con y desde los públicos.El objetivo de este trabajo, por tanto, pretende ilustrar un ecosistema que aglutina diferentes modelos político-museológicos que convergen en distinta escala institucionales que coexistentes y son permeables entre sí. Para ello, se contempla un análisis que da cuenta de los distintos paradigmas establecidos desde las políticas ―específicamente, aquellos que atienden a la interacción con lo cultural―, y algunas perspectivas propuestas desde la museología, las cuales ponen de relieve el papel del museo en la sociedad, sus actividades y funciones. Se prioriza, así, una aproximación teórica acompañada, subsidiariamente, por la mención de un número acotado de casos empíricos. Con todo ello, apostamos en este recorrido a abrir el debate y a ofrecer nuevos cruces, para atender, una vez más, a la dimensión social, pero también política de este tipo de institución cultural.

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