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A lo largo de la primera mitad del siglo XX, la Argentina continuaba el modelo exportador de bienes primarios y presentaba, a la vez, un incremento de la actividad industrial e importantes transformaciones demográficas. El censo de 1914 no sólo confirmaba la notable evolución poblacional del país, iniciada ya a fines de la centuria anterior, sino que, al registrar la preponderancia de los habitantes urbanos por sobre los rurales, revelaba asimismo el crecimiento de sus principales ciudades. Si bien en algunas regiones la población continuaba siendo predominantemente rural, esto no impidió que varios centros urbanos a lo largo del territorio nacional se expandieran y convirtieran en apreciables mercados internos. Su creciente demanda alentaba una mayor diversificación económica dando paso a nuevas ocupaciones y a nuevos actores. Pero el súbito aumento demográfico en estas ciudades trajo también consigo numerosas dificultades, entre ellas la deficiencia habitacional, cuestión que llamó la atención de la opinión pública y de las autoridades políticas. La falta de adecuación entre el número de pobladores y la oferta de viviendas derivó muy pronto en el hacinamiento, la precariedad y la difusión de la práctica del alquiler que caracterizaron la vida de buena parte de la población argentina durante este período. Si bien son amplios los estudios que han abordado estas temáticas, por lo general han centrado su observación principalmente en las grandes ciudades, en especial Buenos Aires. En consecuencia, muy poco se sabe acerca de lo acontecido en otros espacios más alejados del Litoral rioplatense como es el caso de Jujuy en el Noroeste argentino. En el presente trabajo histórico nos abocaremos fundamentalmente al análisis de la expansión urbana y del problema de la vivienda en Jujuy en la primera mitad del siglo XX.

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