Las horas de las bestias. Invasiones demoníacas y rivalidad confesional en la Europa tempranomoderna

SANTIAGO FRANCISCO PEÑA

Buenos Aires

Jornada; IV Jornadas de Reflexión sobre Monstruos y Monstruosidades; 2010

Analizamos aquí una forma particularidad de monstruosidad, cuya edad dorada fue latemprana modernidad: la posesión demoníaca. Nos concentramos específicamente enel caso de Nicole Obry, cuyos demonios hicieron explícita una realidad temidapor el radicalismo católico, su alianza con los reformados. En este contexto, pareciera que lastemidas «invasiones sobrenaturales» se hacían carne en el enemigo, el queparticipa de la otra alianza, de aquel vil pacto con las fuerzas demoníacas; pero si de hacerse carne se trata, jamás será tan evidente el contacto con losobrenatural como lo es en el cuerpo de los energúmenos, casi sin excepcionespartidarios -activos o pasivos- de la causa católica, pero también impresionesvivas del Maligno. Considerando que la caza de brujas fue en el reino deFrancia un fenómeno esporádico, toda la atención respecto al diabolismo no debe limitarse a las cotidianas invectivas con que las confesiones en pugna construían su propio juego derepresentaciones opuestas, puesto que las conexionesentre la demonología y la violencia interconfesional pueden rastrearse tambiénen los fenómenos de posesión demoníaca que cotidianamente allí ocurrían. Considerada en aquellos tiemposcomo un signo escatológico del peso creciente de la herejía -y vaya si laherejía era el tema en boga por esos años-, creemos que es posible considerar a la posesión no sólo como un estricto trastorno, sino también comoun constructo lingüístico utilizado para atribuir significado a fenómenosespirituales y físicos, susceptible de ser leída como un sistema de signosespecífico que en este período funcionó como un vehículo de propaganda fenomenal.