Rosario: represión, dictadura, voces, política, acciones.

PAULA SEDRAN

HISTORIA DE SANTA FE

ATE Asociación Trabajadores del Estado

Lugar: SANTA FE; Año: 2019;

Como este tomo se preocupa en exponer, la última dictadura cívico-militar desplegada en Argentina entre marzo de 1976 y diciembre de 1983 enraizó en el país mecanismos sociales nefastos, cuyos efectos aún hoy conviven con nosotros y son parte de nuestra sociedad. El terror, como vía directa y, también, dilatada de transformar una sociedad mediante la represión (la muerte, el miedo, la desconfianza, la persecución) es su huella más visible. Sin embargo, también existieron otras experiencias que, si de conocer la historia santafesina se trata, necesitamos revisitar y visibilizar porque, de lo contrario, quienes escriben la historia de este período y quienes nos ocupamos de enseñarla y difundirla, estaríamos reproduciendo uno de los efectos más eficaces del terror: el silencio.A su vez, también existe un acuerdo entre las y los historiadores en procurar hacer, para todas las historias, construcciones amplias y diversas; narraciones que consideren las particularidades de las localidades, las zonas, las regiones, porque sólo así será posible una reconstrucción integral de la historia provincial y nacional, de sus protagonistas y de sus motivos; por qué no, de sus lecciones. En este caso, consideramos las características que los años de la dictadura imprimieron sobre la ciudad de Rosario, que fue no sólo la ciudad (y zona) más económicamente pujante de la provincia sino un polo cultural, académico y económico fundamental para el país. A través de los desarrollos de las y los historiadores que se especializan en estudiarlos, veremos los rasgos más definitorios de los mecanismos de represión aplicados por la dictadura y quiénes fueron responsables de ellos, así como también las formas en que éstos influyeron en espacios sociales particulares, como el educativo y el cultural. Finalmente, consideraremos ciertas experiencias subjetivas, como las de las y los jóvenes rosarinos, de ciertas esferas sociales y culturales como el rock y el teatro, y de otras subjetividades, menos visibles al momento, como de algunas mujeres trans.Al hurgar en estas experiencias y realidades, tan cercanas temporalmente a nosotros, tan ajenas a ciertos relatos de nuestra historia, surge un imperativo: la necesidad de nutrirnos de discursos variados, como los testimoniales, los periodísticos y los artísticos, entre otros. Pues, así como la historia es un campo de batalla, en el que para períodos como el que aquí vemos, la(s) memorias(s) son indispensables, también se disputa qué temas y personas forman parte de los discursos legitimados -y que explican nuestro pasado más lindante- como el académico.