INVESTIGADORES
SANCHEZ Lorena Marina
capítulos de libros
Título:
La preservación del patrimonio contextual residencial: un enfoque posible
Autor/es:
LORENA M. SÁNCHEZ
Libro:
Textos de cátedra. Maestría en Gestión e Intervención en el Patrimonio Arquitectónico y Urbano
Editorial:
Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño-UNMdP
Referencias:
Lugar: Mar del Plata; Año: 2017; p. 173 - 187
Resumen:
(Introducción)La salvaguarda de la herencia contextual, donde se inscriben las viviendas, constituye un avance históricamente cercano. Recién desde mediados del siglo XX se registra una apertura en el reconocimiento valorativo de múltiples bienes frente a las primigenias declaraciones de monumentos y legados excepcionales (Lourés Seoane, 2001; Fernández, 2007; Endere, 2009). La Carta de Venecia de 1964 ya valoraba "no sólo a las grandes creaciones sino también a las obras modestas que han adquirido con el tiempo una significación cultural". En esta ampliación, la vivienda adquirió un rol cada vez más protagónico. Desde entonces, las difusas delimitaciones y las profusas denominaciones para este tipo de patrimonio, denotan la complejidad que todavía hoy implica su abordaje. Entre otros términos implícitos dentro del espectro contextual, se destaca la utilización de las nociones "popular" y "modesto". Si bien estas palabras poseen sutiles diferencias al ser analizadas desde la mirada patrimonial, comparten la definición general que involucra a un conjunto de bienes que constituye tejidos característicos, amalgamando usos y costumbres sociomateriales a través del tiempo, erigido por idóneos, constructores y en menor medida profesionales, mediante la utilización de diversas técnicas y tecnologías principalmente pos-industriales (Waisman, 1992 y 1993; Sánchez y Cuezzo, 2012). Dentro del ámbito latinoamericano, el reto de preservar el patrimonio contextual conformado por viviendas se acrecienta frente a las economías frágiles, la extensión de los parques construidos, la existencia de políticas proteccionistas débiles, las presiones inmobiliarias, las discontinuidades en las prácticas conservacionistas y los problemas socioambientales, entre otros. En este marco, el usuario resulta fundamental para retroalimentar acciones a más largo plazo, como propietario o inquilino, ya que posee la principal autoridad práctica para consumar transformaciones y permanencias. El desafío amerita renovadas reflexiones que impliquen acciones de preservación progresivas, mediante dinámicas relaciones entre las entidades estatales y/o los entes no gubernamentales interesados, junto con los usuarios de los bienes (Andrade, Borja y otros, 1991; Carrión Mena, 2000; Gutiérrez, 2003; Delgadillo, 2008 y 2011). Entre las experiencias internacionales enmarcadas en esta perspectiva, es necesario mencionar las tareas realizadas en Bolonia en 1969, ya que por primera vez se vinculó la defensa de un Centro Histórico (CH) con las aspiraciones de los sectores populares en relación con sus hogares, inaugurando lazos entre patrimonio y sociedad (Roca Cladera, 1995). Desde entonces, las experiencias europeas han avanzado en esta temática y son múltiples los ejemplos existentes, como lo obrado a partir de la década del ´90 para el tratamiento de los bienes tradicionales principalmente mediterráneos (RehabiMed). Los aprendizajes europeos resultaron referentes para la ideación de caminos apropiados al ámbito latinoamericano, sus habitantes y sus bienes domésticos. Es destacable la experiencia perfeccionada desde 1980 en Río de Janeiro, Brasil, para los inmuebles de sus áreas centrales (Instituto Municipal de Arte e Cultura, 1985; Pinheiro, 1986). Desde la misma década, son relevantes las gestiones desarrolladas en Buenos Aires, Argentina, para la incorporación pública de la temática y la materialización de ayudas técnicas (en especial desde 2001 mediante la ex Dirección General de Patrimonio, cuyos trabajos se rescatan, aunque no en su totalidad, a través de la web gubernamental actual). En este sentido se alinean experiencias en Bolivia (en especial el trabajo de la Agencia española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, 2011), Chile (como los abordajes de la Fundación Altiplano, 2012), México (como el esfuerzo del Fideicomiso Centro Histórico de la ciudad de México, 2014) y Ecuador (en particular la labor del Instituto Metropolitano de Patrimonio -IMP-, 2015), entre muchas otras.