El niño anarquista

LUCIANA ANAPIOS

Infancias argentinas.

Edhasa

Lugar: Buenos Aires; Año: 2019; p. 120 - 123

Desde los orígenes del movimiento en Argentina, los anarquistas hicieron esfuerzos por incorporar a los niños al ámbito de la militancia para educarlos en la comprensión de los males de la religión, la patria y el estado. La educación y la consciencia eran el puente entre el desgraciado niño proletario y el niño anarquista y esto dependía en primer lugar de la mujer-madre, en segundo lugar de la familia y en última instancia de la gran familia anarquista. ?Debemos atraer cuantos más niños, convencerlos y formar con ellos conciencias sanas?, decía una colaboradora anarquista y ?mañana tendremos hombres amantes de la libertad que se rebelarán ante toda injusticia?. Los espacios privilegiados para atraerlos fueron los círculos, las conferencias, las veladas, los pic-nics, los actos y las fiestas en las que se celebraba la presencia de mujeres y niños como una prolongación del hogar libertario. Sin embargo, la doctrina anarquista no tenía un discurso específico sobre los niños. Esto dio lugar a una producción discursiva variada y contradictoria en la que convivieron en tensión diversas formas de representarlos: el niño víctima, el niño amado, el niño de la sociedad futura y el niño rebelde fueron algunas de las principales formas en que aparecieron en la prensa libertaria.