INVESTIGADORES
SALERNO Melisa Anabella
congresos y reuniones científicas
Título:
La moda, ¿no incomoda?: Una lectura arqueológica de las prácticas del vestido entre las clases subalternas (finales del siglo XVIII-principios del siglo XIX)
Autor/es:
MELISA A. SALERNO
Lugar:
Rosario
Reunión:
Congreso; III Congreso Nacional de Arqueología Histórica; 2006
Institución organizadora:
Escuela de Antropología, facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario
Resumen:
En este trabajo proponemos contribuir con la construcción de un modelo teórico-metodológico útil para el desarrollo de una Arqueología de la Indumentaria en la sociedad moderna. Para ello recurrimos al aporte conceptual de diversas disciplinas en las Ciencias Sociales –especialmente, la Sociología, la Historia, la Antropología y la Arqueología Histórica. Posteriormente, aplicamos las ideas abordadas en un caso específico de estudio. Dentro del marco del proyecto Arqueología Histórica Antártica, interpretamos el rol desempeñado por la vestimenta en la estructuración social de los primeros campamentos de cazadores establecidos en territorio antártico hacia finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX. Para ello analizamos las prácticas del vestido por medio de las cuales los operarios construyeron algunos aspectos de sus identidades, aceptando, rechazando o resignificando los principios disciplinares de la moda y el capitalismo. Los conceptos centrales en nuestro abordaje teórico-metodológico son los de modernidad, moda y vestido. En primer lugar, la Arqueología Histórica ha sido recientemente definida como el estudio del proceso de conformación del mundo moderno (Orser 1996). El mismo se encontró asociado con el desmoronamiento del sistema feudal, la consolidación del capitalismo y un nuevo orden social (Johnson 1996). Específicamente, la sociedad moderna implicó una serie de transformaciones en la vida cotidiana que afectaron las relaciones entre los sujetos, y los vínculos entre las personas y las cosas (Senatore y Zarankin 2002). Estos cambios implicaron el surgimiento, dispersión y reproducción de nuevas prácticas sociales (Johnson 1996). Desde una perspectiva generalista, algunos arqueólogos consideran que estas prácticas alcanzaron una dimensión global hacia finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX (Orser 1996). Ello es asociado con la efectividad del sistema capitalista para dirigir la mentalidad de los actores sociales a través de su estructura cognitiva, ideológica o disciplinaria. Por el contrario, otros investigadores señalan que las ideas de la modernidad no sólo pudieron ser aceptadas, sino también rechazadas y/o resignificadas por algunos grupos en contextos socioculturales específicos. Consecuentemente, afirman que los agentes pudieron tener un mayor grado de participación que lo usualmente considerado en la definición de las prácticas por medio de las cuales construyeron sus identidades (Zarankin y Senatore 2002). En Arqueología, las prácticas de la modernidad son interpretadas a través del estudio de diversas expresiones de la cultura material. A pesar de ello, pocas veces son analizadas a través de la indumentaria (ver sin embargo, Beaudry et al. 1991, Andrade Lima 1999, entre otros). Mientras tanto, numerosos trabajos en Sociología e Historia centran su interés en la vestimenta a través del concepto de “moda”. El mismo es comúnmente definido como un sistema para la producción y organización del vestido exclusivo de la modernidad (Entwistle 2000). Particularmente, se caracteriza por una lógica sistemática y regular de cambio en sus ideales estéticos (Davis 1992), encontrándose asociado con diversos principios disciplinares -tales como individualismo, consumismo, estandarización y segmentación (Salerno 2005). De acuerdo a diversos investigadores, hacia finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX la moda –como parte de los discursos del capitalismo- logró expandirse en una escala planetaria (Williams 1995). Desafiando esta perspectiva, numerosos sociólogos consideran relevante recuperar el interés de la Antropología por registrar los rasgos y significados de la indumentaria en contextos socioculturales concretos (Entwistle 2000). Para ello recurren al concepto de “vestido”: un conjunto de prácticas –materializado en modificaciones y suplementos- que se encuentran destinadas a transformar la naturaleza del cuerpo de los sujetos en cultural (Eicher y Roach Higgins 1994). Teniendo en cuenta este concepto, numerosos investigadores consideran que en la sociedad moderna algunos grupos identitarios definen la adscripción de sus miembros a través de prácticas del vestido asociadas con el sistema de la moda. Mientras tanto, otros recurren a sistemas “fixed” o “antifashion” (Polhemus y Proctor 1978), en tanto sus ritmos de cambio y prácticas no responden a las del capitalismo. El desarrollo de una Arqueología de la Indumentaria en la sociedad moderna intenta hacer frente a la falta de investigaciones sistemáticas sobre vestimenta en Arqueología Histórica, conectando las propuestas teóricas de la Sociología, Historia y Antropología con información suministrada a partir del análisis de la cultura material (Salerno 2005). Particularmente, propone estudiar el rol desempeñado por la indumentaria en los procesos de expresión, evaluación y clasificación social, ampliando la comprensión sobre las múltiples trayectorias de conformación del mundo moderno. En este sentido, considera que la reproducción de las prácticas del sistema de la moda puede contribuir con la discusión sobre procesos de imposición de identidades, accionar de las disciplinas y estrategias del poder, negociación de posiciones sociales por demostración de adhesión a las prácticas del sistema, entre otros. De la misma manera, sostiene que otras prácticas alternativas a las de la moda pueden aportar información relevante sobre intentos de autodeterminación de identidades, resistencia y tácticas frente a las disciplinas y estrategias del capitalismo, marginalidad e imposibilidad económico-ideológica de acceder a las prácticas de la moda. Los significados de la cultura material –incluyendo las prendas- sólo pueden ser alcanzados a través de la reconstrucción del contexto en el que sus sentidos fueron construidos, validados e impugnados. Por este motivo, creemos importante destacar algunas de las particularidades históricas que caracterizan nuestro caso de estudio. La Antártida fue el último continente en ser incorporado al sistema de conocimiento humano, durante finales del siglo XVIII e inicios del siglo XIX. Las islas Shetland del Sur –localizadas a unos 120 km. al noroeste de la Península Antártica- constituyeron el primer sector de este extenso territorio en ser descubierto, ocupado y explotado (Stackpole 1955). Compañías capitalistas de diversas nacionalidades (inglesas, estadounidenses y rioplatenses, principalmente) desempeñaron un papel central en este proceso. Las mismas se encontraron interesadas en la caza combinada de pinnípedos y cetáceos con el fin de obtener grasas y pieles cotizadas a altos precios en algunos mercados. Nuestro trabajo forma parte de las múltiples tareas desarrolladas en el marco del proyecto Arqueología Histórica Antártica, dirigido desde 1995 por Andrés Zarankin y M. Ximena Senatore. Este último parte del supuesto que la Arqueología Histórica brinda una vía alternativa para discutir la historia oficial del “descubrimiento” de Antártida, al problematizar su “proceso de ocupación” y evaluar el rol que los sectores subalternos tuvieron dentro del mismo (Zarankin y Senatore 2005). Desde esta perspectiva, uno de los objetivos de nuestro estudio consiste en interpretar el rol desempeñado por la indumentaria en la estructuración social de los grupos de trabajadores que ocuparon por primera vez territorio antártico. A partir de ello, intentamos responder si la construcción de sus identidades tuvo lugar a partir de la aceptación, reinterpretación o rechazo de prácticas definitorias de la modernidad. Por este motivo, analizamos las formas en que su vestido reprodujo o alteró las prácticas asociadas con la moda y el sistema capitalista. Los campamentos Cueva Lima-Lima, Playa Sur 1 y Cerro Negro de la Península Byers (Isla Livingston, Shetland del Sur) aportaron la evidencia material para nuestro análisis: 296 fragmentos textiles de indumentaria en buen estado de conservación. Las técnicas empleadas en el abordaje de esta colección tuvieron como objetivo reconocer la diversidad de tejidos presentes en la colección. Los tipos identificados no representaron categorías esencialistas, sino construcciones artificiales generadas como herramientas para el análisis. Estas últimas fueron definidas a partir de las características estructurales de las piezas. Entre ellas estudiamos las particularidades del ligamento o malla, la cantidad de hilos por unidad de superficie, la finura y grado de torsión de los hilos, y las fibras empleadas en su manufactura. Asimismo, cada uno de los tipos estudiados fue analizado a través de diversas variables –tales como calidad, costo, diseño, uso, mantenimiento y reciclado. Los resultados obtenidos permitieron interpretar que las prácticas del vestido entre los operarios de los campamentos de caza antárticos contribuyeron con la construcción de identidades dinámicas donde se conjugaban lo heterogéneo –cada individuo portó prendas diferentes a las de los demás- y lo homogéneo –los tipos y calidades de tejidos empleados en su confección fueron aproximadamente similares. Este último aspecto posibilitó reforzar la idea de la creación de un paisaje de igualdad en un espacio no adscrito al poder (Zarankin y Senatore 2005). Por otra parte, nuestro estudio constituyó una herramienta útil para repensar la relación que los trabajadores mantuvieron con el sistema de la moda y el capitalismo. Desde esta perspectiva, consideramos que desarrollaron una participación limitada –y no una integración plena- en el mismo. Consecuentemente, pudieron definir parte de sus identidades de una manera distinta a la propuesta por los principios disciplinares de la modernidad (individualismo, consumismo, estandarización y segmentación). La indumentaria y las prácticas del vestido se transformaron, así, en elementos activos para la negociación de sus posiciones sociales.