INVESTIGADORES
SALERNO Melisa Anabella
congresos y reuniones científicas
Título:
Sobre mar y tierra. Aproximaciones a la movilidad de los grupos loberos en Antártida (siglo XIX).
Autor/es:
MELISA A. SALERNO; MARÍA JIMENA CRUZ
Lugar:
La Plata
Reunión:
Congreso; VIII Congreso Nacional de Arqueología Histórica; 2022
Institución organizadora:
Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Arquitectura y Urbanismo
Resumen:
Desde hace un tiempo, las Ciencias Humanas experimentan un creciente interés por las movilidades. Los estudios enmarcados bajo el mobilities turn comprenden una crítica a los abordajes que entienden el mundo social como una realidad fuertemente situada, con movilidades que únicamente dan cuenta del tránsito entre lugares que son el foco de la vida de las personas (Cresswell, 2010). La nueva propuesta implica un mayor reconocimiento de la fluidez. De este modo, las prácticas, los sentidos y experiencias conectadas con el caminar, viajar, conducir, migrar, etc., pueden ser explícitamente problematizadas (Marschoff y Salerno, 2016). Nuestro interés por los grupos loberos en Antártida se inscribe en el proyecto “Paisajes En Blanco”, dirigido por Andrés Zarankin e interesado por conocer el rol delos cazadores en la historia temprana del continente austral (Zarankin et al., 2011). Los loberos fueron los primeros grupos en explorar y explotar sistemáticamente las Islas Shetland del Sur durante el siglo XIX, encontrándose comprometidos en la búsqueda de pieles de lobos marinos para la confección de prendas, y de aceite de elefantes marinos para iluminación, lubricación de máquinas, etc. En el proyecto “Paisajes en Blanco” tradicionalmente reconocimos que la presencia lobera en Antártida fue resultado de su expansión sobre el Atlántico Sur. Sin embargo, durante mucho tiempo no nos detuvimos a problematizar las movilidades delos cazadores. El estudio de la vida de estos grupos a bordo de las naves fue incorporado tardíamente, y en especial con el objeto de formular comparaciones con lo sucedido en los campamentos antárticos (Salerno, 2011; Cruz, 2014). A pesar de ser lugares móviles, las embarcaciones fueron pensadas desde una perspectiva situada, y las prácticas y experiencias relacionadas con el tránsito no fueron contempladas.Nuestra consideración de las movilidades en territorio antártico resultó aún más limitada. En este sentido, únicamente apuntamos que –una vez que alcanzadas las Shetland– las naves se encargaban de distribuir partidas de operarios por las costas para efectuar la faena. Más allá de esto, la atención se posó exclusivamente en los campamentos de caza. Recientemente, influidos por el mobilities turn comenzamos a preguntarnos: ¿Acaso no estábamos quedando presos de la mirada demasiado situada? ¿Estábamos negando con ello el componente nomádico de la explotación comercial en el contexto de la modernidad?Frente a estas reflexiones eventualmente desarrollamos una nueva línea de investigaciones, interesada por discutir el rol que jugaron las movilidades de los loberos en su incorporación de Antártida. Con incorporación nos referimos a las formasen que los cazadores aprehedieron las islas, adquiriendo familiaridad con ellas para llevar a cabo su trabajo y subsistencia (Salerno y Zarankin, 2014). En esta presentación efectuamos una primera aproximación a las prácticas de movilidad de dichos grupos en las Shetland del Sur, atendiendo a sus aspectos materiales y algunas de las experiencias que dinamizaron. El estudio integra evidencia documental y arqueológica.Los documentos contemplados por el trabajo incluyen bitácoras inéditas de viajes efectuados a principios y finales del siglo XIX por naves de compañías de caza norteamericanas (una de las flotas con mayor presencia en la región). Estas fuentes fueron recolectadas por el proyecto en diversos archivos de los antiguos puertos lobero-balleneros de la costa este de Estados Unidos (Cruz y Salerno, 2019), y su lectura y análisis aportaron datos relevantes y novedosos sobre el rango espacial delas operaciones loberas en las Shetland del Sur, las movilidades puestas en juego en la distribución de operarios, y los movimientos efectuados por las partidas de cazadores una vez desembarcadas.Las bitácoras informaron que el rango de las operaciones sufrió cambios a lo largo del siglo XIX, ampliándose a medida que crecía el conocimiento geográfico delas Islas Shetland, y los recursos se volvían más escasos y dispersos. Las fuentes también sugirieron que en la distribución de los operarios intervinieron múltiples tecnologías, con diversas implicancias logísticas al nivel de las movilidades: desde desembarcos efectuados desde naves ancladas en bahías seguras, o desde chalupas que extendían la exploración a principios del siglo XIX; hasta desembarcos realizados desde naves en movimiento a finales del período. Mientras que para principios del siglo se describen mayoritariamente desembarcos de duraciones intermedias(semanas), para finales del período se mencionan una mayoría de desembarcos fugaces (horas) combinados con unos pocos extendidos (meses).Las bitácoras también demostraron que los desembarcos no agotaron las movilidades de los cazadores. Bajo una dinámica de sobre-explotación, los animales de ciertos sectores de las playas podían ser barridos en unos cuantos días. Moverse se tornaba indispensable para continuar la faena. Pero también era clave cuando algunas actividades de procesamiento se llevaban a cabo en localizaciones disociadas de las de matanza. La movilidad también era empleada con el objeto de establecer contacto con otros grupos de cazadores. Las fuentes algunas claves sobre las formasen que se efectuaron estos recorridos y las experiencias que pudieron suscitar entre los loberos.Los restos materiales analizados en el trabajo corresponden con hallazgos efectuados en antiguos campamentos de caza del siglo XIX en las Shetland del Sur(principalmente, en Isla Livingston, y en menor medida en Isla Rugosa). El registro arqueológico proporciona datos diferentes, aunque capaces de dialogar con aquéllos suministrados por las fuentes documentales. Entre los mismos se incluye evidencia sobre el impacto que pudieron tener las movilidades en la vida de los cazadores,atendiendo a aspectos como ya sea al nivel del refugio, como del aprovisionamiento de insumos básicos para la subsistencia, entre otros.La evidencia arqueológica sugiere la existencia de diferente número y distribución de campamentos para distintos momentos del siglo XIX. La mayor parte de los campamentos arqueológicamente relevados datan de principios del siglo,momento en que la abundancia de recursos justificaba una permanencia más o menos extendida en ciertas localizaciones (Zarankin y Senatore, 2007). Ocasionalmente,estos lugares se encuentran a escasa distancia unos de otros, pudiendo dar cuenta delas formas que cobraron los desembarcos en el período. Los campamentos de finales del siglo son mucho más escasos y se encuentran distantes unos de otros (Pearson y Stehberg, 2006). Ello resulta coincidente con las referencias aportadas por las bitácoras, donde se sugiere que la alta movilidad motorizada por la escasez de recursos generaba un predominio de desembarcos fugaces.La mayor parte de los campamentos relevados por los arqueólogos implicaron la construcción de recintos con piedras locales y unos pocos artículos traídos desde las naves, como velas para el techado. Recientemente, uno de los miembros del proyecto detectó campamentos con una materialidad mucho más sutil que aquéllos conformados por recintos (Pearson, 2018). Los mismos comprenden hileras de piedras que pudieron servir como soporte para botes tumbados. La posibilidad de refugiarse bajo los botes pudo vincularse con la exploración efectuada por partidas de cazadores que buscaban nuevos recursos, o el desarrollo de la caza y el procesamiento en playas donde la escasez de animales generaba una expectativa de inminente movilidad.Otros restos cuentan otras historias sobre el impacto de la movilidad. Por lo general, la posibilidad de traer provisiones se encontraba limitada por la capacidad de carga de los botes y la previsión de nuevos movimientos. Frente a tales circunstancias,los cazadores se veían obligados a llevar adelante el “make do”: hacer lo posible con lo que tenían a mano. La identificación del consumo de especies locales como alimento y la construcción de refugios con rocas del lugar es indicio de ello (Cruz,2014). La reparación, el reciclado y la manufactura expeditiva de artículos proporcionan otro ejemplo. Las huellas de desgaste en los zapatos descartados sugieren los desafíos de la marcha en suelo antártico, y la preparación de mocasines y suelas de madera representan un intento por encontrar soluciones (Salerno, 2009).A través de este trabajo esperamos mostrar que las movilidades resultaron indispensables para que los loberos incorporaran el paisaje antártico. En este sentido,no sólo permitieron la exploración de las islas, sino también el desarrollo de la actividad que dio sustento a su presencia. Frente a la carencia de políticas de regulación, la caza no pudo ser efectuada desde una perspectiva situada. El ímpetu por barrer los recursos implicaba una constante necesidad de buscar nuevos nichos. Esta lógica no sólo guió la explotación de las diversas playas de las Shetland, sino también el avance sobre otros campos de caza.Los resultados del estudio alertan sobre la complejidad que presentaron las movilidades en la región, y los ejemplos brindados apenas son una muestra de ello. Las fuentes documentales aportan una mirada casi etnográfica, que nos permite aproximarnos a dinámicas que desconocemos. La fugacidad de algunas presencias en ciertas localizaciones recuerda los desafíos de atender arqueológicamente a las movilidades. Sin embargo, el registro arqueológico también resulta capaz de aportar información sobre ciertos aspectos de las movilidades escasamente contemplados por las fuentes históricas. El diálogo entre ambos tipos de evidencia resulta esencial para alcanzar una comprensión profunda de la problemática.En las movilidades de los loberos intervinieron múltiples materialidades y prácticas. Naves, chalupas, botes, zapatos, navegación a vela y remo, caminatas,entre otros, se encontraron entrelazados por estos procesos. El estudio también dejó en claro que las movilidades implicaron más que el traslado de los operarios de un punto a otro. En este sentido, la evidencia recolectada dejó traslucir que el movimiento tuvo numerosas implicancias en la organización del trabajo y la subsistencia.Asimismo, las movilidades pudieron encontrarse conectadas con entendimientos y experiencias específicas del paisaje, planteando temas relevantes para una futura agenda de trabajo.