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La incorporación de las mujeres al activismo político en los años 60 y 70 introdujo un desorden en las relaciones intergenéricas que los militares tenían por objetivo restaurar. Ya en los años previos al golpe de Estado, en un clima marcado por la violencia paraestatal y por una serie de medidas legales de corte autoritario, combinadas con el accionar de sectores ligados al nacionalismo de derecha, se fue actuando en esa dirección. En el caso de la provincia de Mendoza, en los años previos al golpe de estado, bajo la idea de que era necesario preservar el orden moral, las fuerzas de seguridad y grupos de la derecha nacionalista local reaccionaron en forma virulenta frente a las instancias asamblearias protagonizadas por las maestras en los denominados seminarios educativos, pues estos sectores entendían que las propuestas tocaban puntos neurálgicos del status quo respecto del papel que las mujeres debían cumplir en relación a la división sexual del trabajo. Por otra parte, recurriendo a la organización de comandos parapoliciales actuaron con brutalidad contra mujeres en situación de prostitución. Luego de producido el golpe de estado, las mujeres militantes y algunos varones fueron sometidos a los mismos procedimientos ?ensayados? en esos otros cuerpos de mujeres, y la cruzada moral anticipada en los años previos se agudizó. En este trabajo, nos proponemos analizar rupturas y continuidades en el accionar represivo luego del golpe, así como la cruzada ?moral? impulsada por los militares, partiendo de la hipótesis de que el castigo aplicado tanto a aquellos denominados ?subversivos/as? como a las mujeres en situación de prostitución, estuvieron vinculados y se hallan inscriptos en la relación asimétrica entre los géneros sexuales, y que la última dictadura implicó además de una ?revancha clasista? una de corte ?patriarcal? (Basualdo, 2007).

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