INVESTIGADORES
GOMEZ Fernando Javier
congresos y reuniones científicas
Título:
Rudstones intraclásticos inusuales en el Cámbrico de la Precordillera: Posible origen y significado paleoambiental.
Autor/es:
GOMEZ, F.J., Y ASTINI, R.,A.
Lugar:
San Luis (Argentina)
Reunión:
Congreso; X Reunión Argentina de Sedimentología; 2004
Resumen:
La Formación La Laja constituye (junto a la Formación Cerro Totora) la base de la sucesión carbonática Cambro-Ordovícica que caracteriza a la Precordillera Argentina. Esta, constituye una unidad dominantemente calcárea aunque presenta intervalos con sedimentación mixta silicoclástica-carbonática. Dentro de las litofacies netamente carbonáticas se pueden distinguir niveles de mudstones y wackestones bioclásticos con bioturbación variable (Gomez y Astini, 2001), y packstones a grainstones oolíticos, oncolíticos y bioclásticos, que en ocasiones se encuentran formando ciclos de somerización. Además, existen intercalaciones de rudstones intraclásticos en ocasiones asociados a hardgrounds. En esta contribución se hace referencia a las características morfológicas, composicionales y origen de un tipo particular de rudstones intraclásticos que difiere de las tradicionales calciruditas con intraclastos chatos (flat pebbles), íntimamente asociados a depósitos intermareales a submareales muy someros, bien representados en los miembros Rivadavia y Las Torres. Se trata de rudstones con intraclastos tubulares de hasta 5 cm de longitud, a veces fragmentados, con fango intersticial y que se destacan en los miembros Soldano y Juan Pobre. Estos se disponen formando: a) capas lenticulares de hasta 30 cm de espesor con contactos basales incisivos, comparables con estructuras de corte y relleno (gutters & casts) y b) capas tabulares de hasta 10 cm. Las primeras suelen presentar rellenos polieventuales. Ambos tipos se encuentran intercalados entre mudstones y wackestones bioclásticos bioturbados, finamente estratificados o con estratofábrica estilonodular. En cortes transversales los intraclastos presentan secciones variables, desde circulares a elípticas y en cortes longitudinales formas rectangulares y alargadas, lo que permite inferir que representan diferentes secciones de estructuras tubiformes. Las paredes poseen bordes internos y externos netos y lisos, aunque las externas pueden ser más irregulares. Son de composición micrítica y/o microesparítica, de color más claro que la matriz en que se encuentran inmersos o la que constituye el relleno interno, y no presentan ningún tipo de fábrica interna (e.g., laminaciones concéntricas, textura grumulosa) que indique presencia de un armazón esqueletal. En general, el diámetro externo de los tubos (DE) varía entre 4,5 y 12 mm y el diámetro interno (DI) entre 2 y 7 mm. No obstante, las diferentes capas muestran tamaños relativamente homogéneos, donde la relación promedio DI/DE es de 0,57, y el espesor de las paredes (EP=DE-DI/2) varía entre 0,75 y 3,2 mm. El núcleo o relleno interno puede ser cemento esparítico o matriz, de composición similar a la que constituye el resto de los rudstones (fangos micríticos) y se encuentra sistemáticamente centrado respecto al eje del intraclasto. Es común además, la presencia de rellenos geopetales en la cavidad interna de los intraclastos que indicaría que fueron transportados como estructuras abiertas y la presencia de óxidos y/o minerales arcillosos de color ocre en su pared interna. De las características observadas en estos intraclastos y los depósitos que constituyen, se puede inferir que se trata de acumulaciones o concentraciones mecánicas de tubos producto de bioturbación, que se habrían exhumado, fragmentado y transportado durante la actividad de tormentas. Un origen distinto al de actividad infaunal es poco probable que genere intraclastos con las características morfológicas descriptas. Demicco y Hardie (1994), mencionan en Bahamas la presencia de tubos (burrows) producto de la actividad infaunal de Callianassa (cangrejo cavador de túneles), parcialmente cementados, que son fácilmente desenterrados de firmgrounds durante etapas de tormentas y transportados como intraclastos tubulares para formar rudstones intraclásticos. Los citados autores mencionan depósitos de intraclastos similares en el Ordovícico y Triásico, aunque en el Paleozoico los productores de estas galerías habrían sido organismos diferentes (Carmona et al., en prensa). Asimismo, Perillo (2003) menciona tubos de Callianassa transportados durante tormentas y depositados actualmente como intraclastos en la playa de Pehuén Co. Bromley (1975) menciona como rareza depósitos de trazas fósiles retrabajadas asociados a superficies de omisión. Si bien aspectos icnológicos de la Formación La Laja aún no han sido estudiados en detalle, se ha observado que los principales sistemas de bioturbación corresponden a estructuras comparables con Thalassinoides y Planolites. Aunque estos sistemas de trazas en ocasiones presentan morfología tridimensional, predominan las formas con mayor desarrollo en el plano horizontal, rasgo común en depósitos anteriores al Ordovícico Medio (Droser y Bottjer, 1989). Mángano y Droser (2004) destacan que Thalassinoides, en depósitos del Cámbrico y Ordovícico Inferior, tiene menos de 10 mm de diámetro, arquitectura más simple y morfología bidimensional (rasgos comunes en la Formación La Laja). De acuerdo con las características descriptas los intraclastos podrían corresponder a sistemas de bioturbaciones del tipo de Thalassinoides. Los intraclastos tubulares, presentan muchas características en común con trazas de este tipo (e.g., Thallasinoides horizontalis Myrow, 1995). De acuerdo a la hipótesis planteada, las paredes de los intraclastos corresponderían a halos diagenéticos generados por un mucus orgánico que facilitó la cementación (cf. Myrow, 1995). Este proceso diagenético temprano habría facilitado su preservación. Ocasionalmente, los intraclastos presentan cierto aplanamiento. Esta morfología sería un producto diagenético tardío debido a compactación. Se han observado además, secciones transversales donde el perímetro externo de las paredes es elíptico y el perímetro del núcleo circular. Esto podría vincularse con un mayor grado de cementación temprana en el núcleo que se tradujo en compactación diferencial entre éste y las paredes. Estudios de mayor detalle permitirán testear la hipótesis planteada y precisar, en el caso de que se trate de acumulaciones de fragmentos de tubos, qué asociaciones de trazas fueron las precursoras de estas inusuales concentraciones de intraclastos.   Bromley, R.G., 1975. Trace fossils at omission surfaces. Communications Paléontologiques, Muséum de Minéralogie et de Géologie de L’Université de Copenhague, nº 229 , Capítulo 18, 399-428. Carmona, N.B., Mángano, M.G. y Buatois, L.A., en prensa. Trace fossil record of burrowing decapod crustaceans: Evaluating evolutionary radiations and behavioral convergence. Fossils & Strata. Demicco, R.B., y Hardie, L.A., 1994. Sedimentary structures and early diagenetic features of shallow marine carbonate deposits. Society Economic Paleontologists Mineralogists, Atlas Series Nº 1, 265 pgs. Droser, M.L., y Bottjer, D.J., 1989. Ordovician increase in extent and depth of bioturbation: Implications for understanding early Paleozoic ecospace utilization. Geology, v.17:850-852. Gomez, F.J., y Astini, R.A., 2001. Ichnofabric patterns in shallow marine carbonate tidal flats? of the Middle Cambrian in the Precordillera. 4º Reunión Argentina de Icnología, 49 p. Tucumán. Mángano y Droser, 2004. Ecospace utilization and paleoenvironmental expansion during the Ordovician radiation: the ichnologic evidence. En: Webby, B.D.; Paris, F.; Droser, M.L. and Percival, I.G., (Eds.) The great Ordovician biodiversification event, 408 pgs. Myrow, P.M., 1995. Thalassinoides and the enigma of early Paleozoic open-framework burrow systems. Palaios, v.10, nº1:58-74. Perillo, G.M.E., 2003. Dinámica del transporte de sedimentos, Asociación Argentina de Sedimentología, Publicación Especial Nº 2, 201 páginas.