INVESTIGADORES
LIZARRAGA Fernando Alberto
libros
Título:
Marxistas y liberales. La justicia, la igualdad y la fraternidad en la teoría política contemporánea
Autor/es:
LIZÁRRAGA, FERNANDO ALBERTO
Editorial:
Biblos
Referencias:
Lugar: Buenos Aires; Año: 2016 p. 249
ISSN:
978-987-691-460-4
Resumen:
Este libro es una contribución en al debate contemporáneo sobre la justicia distributiva y, con suerte, un modesto aporte para una teoría de la justicia socialista. El argumento es más o menos el siguiente: con la irrupción de la teoría de John Rawls se recupera para la filosofía y la teoría política la crucial interrogación sobre qué es una sociedad justa. Y la respuesta rawlsiana reintroduce la casi olvidada dimensión igualitaria como rasgo necesario de un orden social justo. Con humores diversos, exponentes de la tradición socialistas aceptan la carencia de una teoría propia sobre la justicia distributiva y buscan ya sea refutar o superar al igualitarismo liberal rawlsiano. En general, las principales objeciones marxistas a Rawls ponen en cuestión su método contractual, los límites de su igualitarismo, su aceptación acrítica del capitalismo, y la falta de guías concretas para la acción hacia una sociedad justa. Cohen, en particular, cuestiona a Rawls por permitir desigualdades en nombre de la justicia, y por restringir la justicia al plano meramente institucional. La crítica de Cohen al igualitarismo rawlsiano, a nuestro juicio, es certera. Sin embargo, Rawls y Cohen coinciden en que: a) Marx afirmaba (o no rechazaba suficientemente) la tesis de autopropiedad; b) pronosticaba un futuro de abundancia plena en el comunismo; y por lo tanto: c) el comunismo marxiano es una sociedad más allá de la justicia, donde si bien hay instituciones justas, el sentido de la justicia y valores como la fraternidad ya no son necesarios y se han perdido para siempre. La vocación utópica que anida en buena parte de la tradición socialista -y, a su modo, en el liberalismo rawlsiano- se metamorfosea, por obra de Rawls, en una inquietante distopía de la abundancia. Así, contra Cohen y contra Rawls sostenemos: a) que Marx sí rechazaba suficiente y normativamente la autopropiedad, y que por ello habría aceptado una norma como el Principio de Diferencia; b) que su visión del comunismo plenamente desarrollado no supone abundancia material plena; c) que en el comunismo hay una estructura básica organizada en torno de dos principios distributivos; y d) que no existen suficientes razones para afirmar la evanescencia del sentido de justicia y que la fraternidad, en tanto elemento clave del socialismo, es la virtud que hace posible una sociedad comunista constitutivamente justa. Por todo lo anterior, entonces -y contra lo que piensa Cohen- diremos que la igualdad voluntaria -que supone instituciones justas, rechazo de la autopropiedad, y personas motivadas por un ethos igualitario y fraterno- es una visión que Marx habría aceptado sin mayores objeciones. De algún modo, si se nos permite, así como Cohen quiere rescatar a la igualdad de las manos de Rawls, aquí nos proponemos rescatar a Marx de las visiones sobre el comunismo que han elaborado Cohen y Rawls. Finalmente, así como el utilitarismo fue dominante en el campo de la filosofía moral y política, hoy parece que el igualitarismo liberal rawlsiano se ha ganado, con sobrados méritos, un lugar preeminente. Quizá Cohen, como rawlsiano de izquierda, haya llevado a la teoría que principia en Rawls hasta el límite mismo de sus posibilidades. Nunca hay garantías de poder articular una teoría socialista de la justicia que supere lo existente. Pero, como diría el mismísimo Rawls, "eso no es razón para no intentarlo".