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En un intento por neutralizar las connotaciones negativas de la razón de Estado, asociada tanto al tirano de Tácito como al impío de Maquiavelo y los politiques franceses (con Jean Bodin a la cabeza), Giovanni Botero en su tratado sobre el tema, que tendría una extraordinaria fortuna, adoptó dos estrategias: por un lado, describía esta razón como el conocimiento de los medios aptos para conservar y ampliar un Estado (entendiendo al Estado en la acepción más antigua y tradicional de dominio territorial); por otro, evitaba la cuestión de la legitimidad de éste, para ocuparse de su administración, otorgando así a la política una acepción técnica, desligada de juicios valorativos y en estrecha relación con la economía en los albores del llamado capitalismo mercantil. Como sabemos, los escritos de Botero sobre razón de Estado generaron una gran polémica, llegando a recibir su autor, acusaciones de hipocresía, maquiavelismo y alianza con los politiques. No obstante, tanto defensores como detractores de su propuesta, coincidían con él y Maquiavelo en el carácter negativo de la naturaleza humana; en su visión del hombre como un ser violento, víctima de sus deseos y pasiones. Por ende, la existencia de una autoridad pública que evitara los excesos y preservara el cuerpo político constituía una necesidad ineludible. En el marco de esta presentación, nos proponemos dos objetivos: (a.) discutir las preceptivas de Scipione Ammirato (Discorsi sopra Cornelio Tacito, 1594) y Giovanni A. Palazzo (Del governo e della ragion vera di Stato, 1604) en tanto correctoras del modelo boteríano y (b.) analizar el impacto de dichas preceptivas en el desarrollo de un lenguaje político de la conservación (y en especial de una lógica de argumentación en la contienda política) que califica el accionar de los actores en conflicto en términos de una buena y una mala razón de Estado.

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