INVESTIGADORES
BURKART Mara Elisa
capítulos de libros
Título:
1960-2010. El humor gráfico entre dictaduras y democracia
Autor/es:
BURKART MARA
Libro:
Bicentenario. 200 años de humor gráfico
Editorial:
Museo de Artes Plásticas Eduardo Sívori
Referencias:
Lugar: Buenos Aires; Año: 2009; p. 16 - 17
Resumen:
<!-- /* Style Definitions */ p.MsoNormal, li.MsoNormal, div.MsoNormal {mso-style-parent:""; margin:0cm; margin-bottom:.0001pt; mso-pagination:widow-orphan; font-size:12.0pt; font-family:"Times New Roman"; mso-fareast-font-family:"Times New Roman"; mso-ansi-language:EN-US; mso-fareast-language:EN-US;} @page Section1 {size:612.0pt 792.0pt; margin:70.85pt 3.0cm 70.85pt 3.0cm; mso-header-margin:36.0pt; mso-footer-margin:36.0pt; mso-paper-source:0;} div.Section1 {page:Section1;} --> Los años sesenta fueron tiempos de transgresión, innovación, crítica, compromiso, transformaciones y expectativas así como también de estrechamiento de las relaciones entre cultura y política. El humor gráfico también asistió a un proceso de renovación. La novedad la aportaron Oski y Landrú quienes desplegaron un humor absurdo y estéticamente ingenuo. Tía Vicenta fue la revista que recuperó el humor político y reunió a los mejores humoristas de la época hasta su clausura en 1966 por parte de la dictadura militar encabezada por el general Onganía. Los intentos de frenar y reencauzar en sentido conservador y católico las transformaciones sociales y culturales no impidieron la aparición de Mafalda, una niña inquieta y contestataria, quien junto con sus amigos y familia era la protagonista de la tira semanal de Quino publicada en Primera Plana y, posteriormente en El Mundo. Los obstáculos que se interponían al despliegue del humor gráfico en el país contribuyeron a que humoristas como Mordillo, Oscar Trillo, Oski y Quino buscaran reconocimiento y mercado para sus obras en el exterior, abriendo así un camino que luego seguirán las nuevas generaciones.   Si el Cordobazo fue el inicio de una década marcada por la violencia política, la transición a la democracia impulsada por el general Lanusse relajó la censura y trajo aires de renovación en el campo del humor gráfico. Las revistas humorísticas reaparecieron y con ellas irrumpió una nueva generación de dibujantes que impusieron nuevos estilos con el objetivo de hacer humor más allá de las divisiones políticas. En 1971, en Córdoba, Alberto Cognini creó Hortensia y en 1972 Satiricón apareció en Buenos Aires. Un año más tarde, el diario Clarín nacionalizó su página de humor: Landrú, Sabat, Fontanarrosa y Crist se sumaron a Ian, Dobal y Caloi, hasta entonces únicos humoristas locales en el diario.   Hortensia reivindicó la tradición humorística de la provincia mediterránea e innovó en el humor costumbrista al valorizar la cultura popular. Su éxito le permitió conquistar Buenos Aires. En ella colaboraron, entre otros, Aldo Cuel, Ortiz, Cler, Amuchástegui, Ian, Caloi, Bróccoli, Peiró, Crist y Fontanarrosa, quien comenzó a publicar allí sus historietas más célebres: “Inodoro Pereyra, el renegau” y “Boogie, el aceitoso”.   Satiricón surgió de una idea de Oskar y Carlos Blotta, Andrés Cascioli y Pedro Ferrantelli. La revista propuso una mezcla novedosa y atractiva de humor satírico, con fuerte erotismo, información y reflexiones críticas. Fiel a su carácter irreverente, Satiricón  abogó por la libertad de pensamiento, riéndose de todo, liberándose de tabúes y de lo políticamente correcto. El retorno a la democracia no fue un tema ignorado por los periodistas y humoristas de la revista que incurrieron en el humor político. En ella publicaron además de Cascioli y Blotta, Fontanarrosa, Oski, Oscar Trillo, Caloi, Amengual, Heredia, Ajler, Izquierdo Brown, Sanz, Ceo, entre muchos otros.   Con la muerte de Perón y el ascenso de Isabel a la presidencia se intensificó la escalada de violencia.  Satiricón fue clausurada a fines de 1974 y sus colaboradores se refugiaron en Mengano, de Julio Korn y en Chaupinela, de Cascioli. La radicalización política y la instauración de una nueva dictadura no constituyeron un campo fértil para las publicaciones de humor gráfico, que con pocas ventas y acosadas por la censura tuvieron una vida efímera.    En 1978, y en virtud de ciertas grietas en la coraza impuesta por la dictadura militar, se filtró una nueva publicación de humor gráfico de Andrés Cascioli: HUMOR Registrado. Aparecida en medio de la euforia mundialista, marcó un quiebre en la monotonía cotidiana de los medios de comunicación masivos. HUM® aportó aire fresco a una cultura dominante enmohecida, habilitando la emergencia de la polifonía social vulnerada por la dictadura, desafiando, inclusive, los límites de la censura. Bajo la dictadura militar, HUM® fortaleció sus posturas críticas y opositoras que derivó en un proceso de trasformación de una revista de humor a una revista política, sin abandonar el primer sentido, además de consolidar una posición destacada en el campo cultural al franquear un espacio público de debate cultural, social y político. HUM® reunió, entre otros, a Oski, Fontanarrosa, Trillo y Altuna, Izquierdo Brown, Ceo, Fati, Nine, Grondona White, Sanz, Horatius, Cilencio, Meiji, Viuti, Tabaré, Crist, Cardo, Sanyú, y se iniciaron en la profesión: Lánger, Rep, Daniel Paz y Maitena. Se publicó hasta 1999, aunque para entonces había perdido el lugar central en el humorismo gráfico de los tiempos de la dictadura.   A partir de los años noventa, se asiste al ocaso de las publicaciones periódicas de humor gráfico. Son los diarios los que reúnen a los principales humoristas: Rep, Rudy, Daniel Paz, Liniers en Página/12, Fontanarrosa, Tabaré, Crist, Sendra, Sabat, Landrú, Quino, Altuna y Trillo, Caloi, Dobal, Cardo en Clarín; Huadi, Liniers, Maitena, Nik, Heredia, Mordillo, Nine en La Nación y por otro, son los libros individuales y luego, las páginas webs donde los humoristas difunden su producción.