INVESTIGADORES
OUBIÑA David Leonardo
libros
Título:
Borges / Bioy Casares / Santiago: Invasión
Autor/es:
OUBIÑA, DAVID (ED.)
Editorial:
Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires
Referencias:
Lugar: Capital Federal; Año: 2008 p. 154
ISSN:
978-987-1271-13-9
Resumen:
El libro acompaña la edición en DVD del film Invasión, de Hugo Santiago. Se trata de un volumen trilingüe (castellano, francés, inglés) que incluye recopilación de textos sobre el film, testimonios de los que participaron en él (Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares, Juan Carlos Paz), materiales inéditos y una biofilmografía completa. La concepción del volumen, la selección de textos y el estudio introductorio me pertenecen. El cine siempre ha funcionado como una ventana a la realidad. ¿Qué hace Invasión para contrarrestar ese efecto tan difundido? Santiago consigue eliminar todo atributo de los objetos y despoja a las imágenes de cualquier anclaje local. Como si viéramos conceptos. ¿Pero cómo mostrar un concepto? La trama geométrica, los personajes arquetípicos, el tiempo indeterminado y el espacio sinóptico son como los componentes de un manual de instrucciones o como el plano explicativo de una máquina de precisión. La destreza de Santiago consiste en trabajar en un nivel de gran abstracción sin dejar de recurrir a formas bien concretas. Invasión es un dispositivo cinematográfico capaz de producir películas de manera incesante. Como la máquina de pensar de Raimundo Lullio que tanto le fascinaba a Borges, se podría decir que la obra de Santiago es un dispositivo combinatorio que se impone por su estilizada potencia formal, por la belleza conceptual de sus razonamientos y por la idealizada perfección de su lógica narrativa. Es evidente que la maestría del director no consiste sólo en cruzar elementos heterogéneos sino, sobre todo, en encontrar el punto conflictivo pero indispensable de un diálogo entre estéticas que deberían excluirse mutuamente. Nunca cae en el esquematismo fácil de lo binario, así como tampoco se rinde ante la convivencia pacífica de lo complementario. Los opuestos no se fijan ni se neutralizan sino que existen como motivo de un desdoblamiento que no cesa de transformarlos para mantenerlos en oscilación y cuestionar cualquier simplificación, cualquier reduccionismo, cualquier esencia. Quizás eso sea, finalmente, lo que Robert Bresson le enseñó a Santiago: "Una imagen debe ser transformada por el contacto con otras imágenes como un color por el contacto con otros colores. Un azul no es el mismo azul junto a un verde, un amarillo, un rojo. No hay arte sin transformación". Nada más alejado de una concepción del cine como mero registro. Y aun así, si el cineasta puede reclamar fidelidad hacia lo real, es porque esa manipulación no tiene otro objetivo que restituirle al mundo su complejidad. En esa oscilación que es propia de lo fantástico, Santiago encuentra más que un género: encuentra una modulación diferente para las imágenes. En Invasión, lo fantástico es una ideología estética. El film no pretende reflejar la realidad sino construir otro modelo de mundo. Un mundo más perfecto porque está organizado de acuerdo a una razón poética. En su autonomía y su distancia, ese modelo fantástico se propone como una respuesta o una reacción. Es allí en donde la imagen cinematográfica se pliega sobre sí misma y socava su protocolo analógico, allí en donde toma distancia de lo real concreto, allí en donde la representación abandona todas las certezas sobre lo representado, es precisamente allí en donde el cine puede constituirse como un discurso legítimo sobre el mundo. Hugo Santiago realizó Invasión cuando tenía menos de 30 años. En esta ópera prima aparece, con asombrosa madurez, un proyecto estético ya configurado (perfectamente delineado en todos sus esquemas formales, en sus vectores narrativos, en sus estructuras poéticas) que los films siguientes se ocuparán de desplegar. Pero no es menos sorprendente que vista hoy, cuarenta años después de su estreno, esa obra conserve toda la intensidad y el dinamismo. El tiempo ha confirmado lo que ya se sabía en ese momento: que es una película fundamental del cine contemporáneo. ¿En dónde radica la importancia de Invasión? ¿Por qué perdura? Como sucede con toda forma perfecta, la película se presta a muchos sentidos y, a la vez, no se entrega a ninguno. Parece posible hacerle decir todo, parece posible cualquier uso, cualquier aplicación y, sin embargo, cada vez que un sentido pretende fijarse, la película se escabulle y se aleja, se escurre. Santiago ha encontrado la clave: esos imperceptibles vasos comunicantes que permiten a las imágenes filtrarse en el mundo y ajustarse, a cada momento, para sintonizar con la actualidad. Finalmente, si hay algo anacrónico en Invasión es que, siendo un film del pasado, nunca termina de instalarse en el pasado. Más bien, lo que ha dicho, lo que tiene para decir, lo que continúa diciendo parece dictado desde el futuro. Por eso permanece inconmovible, señalando el camino, desde ahí adelante, adonde la mayoría de los films todavía no han llegado.