Un realismo negligente. El cine de Lucrecia Martel

DAVID OUBIÑA

Tránsitos de la mirada. Mujeres que hacen cine

Libraria

Lugar: Ciudad de Buenos Aires; Año: 2014; p. 69 - 82

En La mujer sin cabeza, el estilo de Lucrecia Martel se acerca a lo que podríamos denominar un 'realismo negligente'. La cámara no deja de estar en el lugar de los hechos, aunque observa como si prefiriese no hacerlo. Más que mentir, su deshonestidad se evidencia en el intento por evitar cualquier confrontación directa con lo que sucede. Actúa igual que un falso testigo: se esfuerza por construir una versión impostada de la realidad, una coartada que desestime toda sospecha. Ese impulso que domina a la imagen (ya no sólo al personaje) para huir del problema y soslayarlo supone una reformulación sobre los modos del realismo. El realismo baziniano confiaba en aquello que la realidad puede revelar de sí misma cuando es observada con perseverancia. La metáfora del crítico es bien gráfica: 'la realidad confiesa su sentido como el sospechoso ante el interrogatorio incansable del comisario'. En La mujer sin cabeza, ese realismo baziniano adquiere un sentido muy diferente: se trata de observar una situación con la tenacidad necesaria para lograr que, finalmente, nada se revele. La cámara no busca una confesión sino que, al contrario, intenta silenciar, ocultar, disimular. Se podría decir, finalmente: un realismo encubridor. Para seguir con la metáfora de Bazin: en vez de presionar a la realidad para obligarla a confesar su secreto, todo consiste en merodearla hasta conseguir que olvide cualquier pista.