Lo imprevisto

DAVID OUBIÑA; RAFAEL FILIPPELLI

Revista de cine

Universidad del cine

Lugar: Buenos Aires; Año: 2016 p. 33 - 41

2362-3950

Cuando Deleuze sostiene que el neorrealismo inventa las imágenes mentales, donde lo objetivo y lo subjetivo (lo real y lo imaginario) se vuelven indiscernibles, quizás quiere decir que han regresado a ese origen donde las imágenes, antes de ser tocadas por ninguna gramática, todavía eran la expresión simple de alguien que mira algo. Y una mirada siempre ensaya sobre lo real. Lo que las imágenes mentales revelan es que todas las imágenes eran mentales. Y entonces, los cineastas modernos han entendido que se debe confiar más en aquello que surge del cruce entre la mirada y el mundo antes que en las sentencias que el lenguaje le dicta a la mirada para que las proyecte sobre el mundo.En ese cruce entre mirada y mundo aparece lo imprevisto. Lo imprevisto: mejor que la categoría deleuziana del azar. Porque el azar supone un flujo proveniente del exterior que arrastra la voluntad y la somete. Uno queda librado a fuerzas que lo superan. Cuando interviene el azar, todo se vuelve incontrolable: el resultado es siempre una cuestión de suerte. El imprevisto, en cambio, implica una negociación, un diálogo. Un cineasta no queda librado a lo imprevisto, mas bien está dispuesto o disponible para el imprevisto. Y cuando el imprevisto ocurre, depende del talento de cada realizador cómo se incorpora eso en tanto que material del film. Pero no es aleatorio. Se puede, digamos así, prever la imprevisibilidad. O sea: incorporar ese margen donde lo imprevisto podría manifestarse.