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Este trabajo intenta analizar las transformaciones en las formas de acción colectiva, acotadas al ámbito del funcionamiento de nuestros sistemas democráticos contemporáneos. En este sentido, la categoría de movimiento social, que acompañó la reflexión teórica respecto de la acción colectiva en este siglo, se muestra como insuficiente para dar cuenta de una serie de acciones directas que presentan características muy particulares. Una creciente fragmentación en la identidad de los sujetos de acción así como una relativización del impacto político de la movilización social, parecen ser categorías necesarias para el análisis de las nuevas protestas sociales. Todas las teorías de movimientos sociales, tanto sus versiones europeas como norteamericanas, ubican la dimensión de su impacto político en el espacio de grandes transformaciones en la estructura social. Desde este punto de vista, la condición de posibilidad para la identificación de un movimiento social, es pues la de encontrar el nivel de estructuración al que este movimiento apunta. El análisis de las protestas se centra en la dimensión de su aparición pública en espacios urbanos acotados y su proyección política se vincula con la regeneración del espacio público. Dónde la autonomización de los lenguajes especiales del Mercado y la Administración estatal cercenan la circulación de información en el espacio público, las protestas sociales permiten (mediante la inclusión de nuevos nombres, temas y/o argumentos) una referencia al metalenguaje social y una reorientación de líneas de política específicas.

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