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El trabajo gira en torno al arbolado urbano que caracteriza a Mendoza como una ciudad-oasis. El trabajo plantea la idea que este paisaje urbano no es sino una transposición del la imagen vitivinícola en la ciudad, y esto por dos motivos. Por un lado, a causa de analogías en términos de la materialidad de estos dos paisajes: el verde como elemento central, la morfología de prolijas hileras de plantas alineadas, el inseparable paralelismo entre cursos de agua y líneas de plantas y, finalmente, la sintonía cromática de ambos sistemas a lo largo del paso de las estaciones. Pero además y ahí se sitúa la hipótesis de este trabajo- porque tanto viñedos como arboledas urbanas constituirían expresiones de representaciones sociales dominantes protagonizadas por los vitivinicultores, los labriegos tesoneros, los domadores del agua, héroes de la gesta triunfal sobre la que se construyó la identidad oficial de los mendocinos: el manejo intencionado de los recursos naturales en particular el agua- para adaptar un espacio a las intenciones humanas, construyendo oasis. Este paisaje urbano de calles bordeadas de árboles y acequias constituiría, en estos términos, la expresión urbana de representaciones sociales dominantes, desarrolladas en torno a un paradigma que celebra el control de una naturaleza hostil. Así considerado, este arbolado urbano proyecta luces y sombras. Por un lado, ilumina valores de calidad de vida, de usos compartidos del los espacios públicos, de trabajo y esfuerzo, de éxitos. Pero estas representaciones sociales oficiales dejan en las sombras identidades en contraste y valores en disputa, algunos asociados a paradigmas de relaciones sociedad-naturaleza diferentes, reafirmando la supremacía de algunos grupos dominantes sobre otros subalternos. ISBN 978-987-96367-3-2.

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