INVESTIGADORES
FINQUELIEVICH Susana
congresos y reuniones científicas
Título:
Teletrabajo: Potencialidades Y Límites
Autor/es:
SUSANA FINQUELIEVICH
Lugar:
Buenos Aires
Reunión:
Congreso; III Congreso Latinoamericano de Sociología del Trabajo; 2000
Institución organizadora:
Facultad de Ciencias sociales, UBA
Resumen:
 Un nuevo tipo de trabajador recorre el mundo: el que desde su hogar, hotel o "cottagge electrónico" recibe información, la procesa y difunde el producto de su tarea por medio de la comunicación asistida por computadora (CMC). Asalariado o independiente, empleado de oficina o profesional, el teletrabajador es una figura alentada por empresas, considerada por los planificadores urbanos y alabada por los ambientalistas. Por primera vez desde la Revolución Industrial, el hogar, que había quedado relegado al espacio y al tiempo extra-laboral vuelve a integrar las funciones de producción, gestión y reproducción. El teletrabajo representa un regreso al pasado vehiculizado por las tecnologías de un futuro que ya llegó. Como el artesano de la alta Edad Media, el teletrabajador opera desde su hogar, al que le llega la materia prima que procesará, empleando horarios flexibles y enviando su producción al comanditario. La producción vuelve a estar descentralizada, con la diferencia de que en vez de transportar los productos rurales en carretas hasta los centros urbanos o los mercados, la materia prima que le llega y sobre la que trabaja es información, y la "carreta" es la supercarretera informática y los servicios derivados de ella (Puente, 1998).             El teletrabajo se esta extendiendo persistentemente, como resultado del interés de las empresas en economizar espacios de oficina y gastos diversos manteniendo un alto nivel de productividad, y del de los empleados en poseer más flexibilidad de horarios, más tiempo para pasar con sus familias y menos de viajes. En los Estados Unidos existían en 1997 nueve millones de trabajadores, y se estima que este número alcanza los once millones en el año 2000. En 1999, un tercio de las empresas europeas practicaban el teletrabajo. Países como Finlandia y Dinamarca alcanzan el 50%, seguidas por Gran Bretaña, Suecia y los Países Bajos (Survey ECATT, 1999). En los países de la Union Europea se censaron 8 milones de teletrabajadores. Estas cifras ofrecen un mercado codiciable para diversas empresas productoras de bienes y servicios destinados a los teletrabajadores, desde hardware y software hasta muebles especialmente diseñados para la SOHO (small office/home office, u oficina hogareña) y lotes de terreno en urbanizaciones relativamente cercanas a las grandes ciudades. Interrogantes planteados             Trabajar en casa presenta beneficios tanto para los empleados como para los empleadores, pero también tiene inconvenientes y aspectos cuyo estudio necesita ser profundizado. Algunos de ellos han sido planteados a lo largo del debate online impulsado por el I Congreso Internacional de la publicación Electrónica (Barcelona, 1998): ·         ¿Todo el mundo puede teletrabajar? ¿Psicológicamente qué factores se deben tener en cuenta? ¿Hay estudios que definan el perfil idóneo del teletrabajador? ·         ¿Cómo va a condicionar el teletrabajo nuestras vidas cuando esté totalmente introducido en todo el mundo? ¿De cuánto tiempo estamos hablando? ·         ¿Es posible aplicar normas y reglas comunes para implantar el teletrabajo en todos los países latinoamericanos? ·         ¿Qué factores pueden influir para que la introducción del teletrabajo en el mercado laboral de un país tenga éxito? ·         Estados Unidos es uno de los países que nos lleva la delantera también en este tema. ¿Se pueden tomar como ejemplo los casos exitosos que se han realizado allí y aplicarlos en América Latina? ·         ¿Cuáles serían las condiciones óptimas que debiera recoger una legislación del teletrabajador? ·         Las empresas deben conocer qué ventajas e inconvenientes obtendrán de la aplicación del teletrabajo. Tendrán que realizar una inversión importante de dinero y tiempo en formación, preparación y coordinación del personal. ¿Puede el gobierno argentino o las mismas empresas ayudar de alguna forma? ·         ¿Qué papel deberían jugar las administraciones locales en todo este asunto? ¿Por qué no están impulsando con más fuerza todos los proyectos que intentan despegar del papel y los ponen en marcha? ·         ¿Los telecentros, pueden convertirse en futuras oficinas de empleo? Otras preguntas están ligadas al mismo trabajo: ¿Cual es el grado de satisfacción de los teletrabajadores con respecto a esta opción? ¿Existen diferencias según el género? ¿Cómo son las relaciones laborales en las empresas que utilizan el teletrabajo? ¿Existen las mismas posibilidades de promoción cuando se trabaja en el hogar -lejos del control visual de los jefes, pero también de las posibilidades de entablar una relación personal con ellos- que estando visiblemente en la oficina?             Otro grupo de interrogantes se refiere a cuestiones prácticas: las regulaciones municipales con respecto a las oficinas domésticas, los impuestos, la derivación de los costos del trabajo a los teletrabajadores, los seguros para accidentes y enfermedades ligados al trabajo. Por fin, un tercer grupo de cuestiones a analizar concierne los impactos del teletrabajo sobre el uso del espacio y el medio ambiente de las ciudades y regiones, el proceso de desconcentración y suburbanización, el rol de los planificadores e investigadores urbanos, la necesidad eventual de crear equipamientos urbanos intermedios entre el hogar y la oficina y las políticas municipales que se necesitan para tratar este tema. Este artículo recorre estas cuestiones y propone algunas respuestas.