INVESTIGADORES
FINQUELIEVICH Susana
artículos
Título:
AMORES ELECTRONICOS
Autor/es:
SUSANA FINQUELIEVICH
Revista:
ETCETERA
Editorial:
UNAM
Referencias:
Lugar: Mexico DF; Año: 1998 p. 34 - 65
ISSN:
1560-7402
Resumen:
La virtualidad real “Jamás tanto de cerca arremetió lo lejos”. Este verso de César Vallejo parece escrito a la medida de la forma de amor más (aparentemente) novedosa: el amor virtual, el amor entre personas que jamás se han encontrado cara a cara o que, aún conociéndose personalmente y limitados por la distancia u otras circunstancias a encuentros esporádicos,  mantienen viva su relación por medio de la comunicación mediatizada por computadora, o CMC. Los amores virtuales no sólo están de moda entre los adolescentes que navegan por el ciberespacio. Quien no los practica tiene amigos o parientes que mantienen relaciones computerizadas o ha leído sobre parejas que se conocieron en Internet. Los foros de encuentro abundan, pero no son los únicos lugares para conocer almas afines. Cualquier lista de interés en Internet puede ser la puerta que facilite el encuentro con alguien cuya manera de pensar y de expresarse nos interese, sin importar, al menos al principio, su edad, estado civil o sexo. Muchas de las personas que se han encontrado y sostenido relaciones por medio de Internet u otros canales de CMC otorgan gran valor precisamente a las i-limitaciones de este espacio imaginario. “Nos parece hermoso lo que nos es bastante indiferente como para permitirnos ver lo que queríamos ver en su lugar”, escribía Boris Vian. Los amantes virtuales pueden encontrarse en teleconferencias, páginas especiales (hay infinidad de “sitios” que prometen desde la posibilidad de encontrar la pareja romántica soñada hasta “Cybersexo caliente AHORA!”, pasando por todas las variaciones imaginables), grupos de interés o espacios de “chat”.  Por lo demás, las relaciones electrónicas no comienzan siempre en el espacio virtual. Muchas personas que las viven han encontrado a sus parejas en la llamada “vida real”, en viajes, vacaciones, encuentros profesionales, reuniones de negocios, congresos, etc., y sostienen la relación por medio de la CMC en los casos de lejanía geográfica, en que uno de ellos, o los dos, tengan parejas previas, o cualquier otro tipo de obstáculo que se oponga a las pasiones “cara a cara”. Pero, ¿qué queremos decir cuando decimos que estas relaciones son “virtuales”? Según el Diccionario de la Real Academia Española, real significa: “que tiene existencia verdadera y efectiva”. Por el contrario, virtual se define como: “que tiene existencia aparente y no real”. Sin embargo, los amores electrónicos se despiertan y mantienen entre personas reales (aún cuando, en muchos casos, éstas transvistan su apariencia física, su edad y/o su género... no pueden disfrazar sus personalidades durante mucho tiempo). Estas personas, sumamente físicas, que comen, duermen, sufren, se ilusionan y aman, proyectan sobre el amado, a través de la CMC, las fantasías que lo hacen coincidir con el ideal que buscan. ¿Pero acaso el hecho de proyectar sus fantasías o su narcisismo en el objeto de amor no es una característica de todo enamoramiento? No nos enamoramos de la persona que conocemos, sino de la que imaginamos, aún si está físicamente presente. Usamos su cuerpo para vestirlo con las imágenes que nos lo hacen deseable. En cierta forma, nos autoseducimos. ¿No podría decirse que todo amor comienza  en las complejidades de la realidad virtual?