INVESTIGADORES
FINQUELIEVICH Susana
artículos
Título:
Educar en la Argentina de la Era Digital
Autor/es:
SUSANA FINQUELIEVICH
Revista:
REVISTA KAIROS
Editorial:
Universidad Nacional de San Luis - FICES
Referencias:
Lugar: San Luis; Año: 2000 vol. 5 p. 27 - 40
ISSN:
1516-2567
Resumen:
En los 13.000 años registrados de historia de la Humanidad, se comprueba que las sociedades que contaban con transmisión escrita de información y que habían desarrollado tecnologías en metal han triunfado sobre las otras sociedades. Las sociedades no alfabetizadas, poseedoras de otras tecnologías, fueron exterminadas o sometidas. En el año 2000, las sociedades necesitan apostar a los flujos de información y a la incorporación proactiva a la Sociedad Digital para triunfar sobre propios sus problemas de desarrollo y no ser social y económicamente exterminadas o sometidas. ¿Dónde queremos ubicar a la Argentina, en este panorama? Educación para la Argentina de la Sociedad de la Información La educación ya no significa la recepción de conocimientos, sino también su producción, modificación, renovación, para responder a las necesidades de la Sociedad Digital. Implica no sólo nuevas actividades, nuevas carreras, sino también nuevos modos de pensar. La educación para la Argentina en la era digital puede ser tomada desde al menos tres puntos de vista: ·         La relación entre educación, ciencia y técnica ·         Los nuevos rumbos de la educación formal ·         La formación de los ciudadanos para la Sociedad de la Información ·         La relación entre educación, ciencia y técnica En nuestra sociedad, como en todas las sociedades latinoamericanas, se percibe claramente la fuerte heterogeneidad de la población, la acentuada fragmentación social, que se comprueba no sólo en lo económico y en lo cultural, en el espacio urbano netamente diferenciado, sino también en lo que podríamos llamar la relación con la modernidad.  Como plantea Judith Sutz, lo que marca la especificidad del subdesarrollo es la cantidad de los que están relativamente al margen de la modernidad, en especial de la científico-tecnológica. Y también la radicalidad de ese estar al margen, que se expresa, por ejemplo, en no poder imaginar que ciencia y tecnología son portadoras potenciales de apoyos en la construcción de soluciones. Esta no-imaginación de la aprehensibilidad de la ciencia y la tecnología tiene impactos directos en la concepción de la educación. ¿Podemos esperar que más ciencia y más tecnología, transformadas en más artefactos y servicios en el mercado, terminarán por incluir en la modernidad, por «efecto derrame», al conjunto de la población? Se ha comprobado que este efecto no se produce. ¿Tiene sentido plantear una «moratoria de modernidad» para no agravar la heterogeneidad? ¿Es aceptable mantener una educación tradicional nivelada por el nivel más bajo para no acentuar las diferencias?  Parecen planteos absurdos. Una politica del tipo “alpargatas sí, Internet no”, sería suicida. ¿Por dónde abordar entonces el problema de la integración de Argentina en la Sociedad Digital? Todos los discursos incluyen la importancia que tanto la educación como la ciencia y tecnología (CyT) tienen, entre otras cosas, para la construcción de una mejor inserción en el mercado mundial. Sin embargo, los hechos no concuerdan con estas declaraciones.  Los escasos recursos nacionales dedicados al esfuerzo científico y tecnológico y a la educación en todos sus niveles reflejan un debate inconcluso: ¿es la ciencia un lujo o una inversión? ¿Tener ciudadanos educados y capaces de producir una CyT propias, es una economía o una deseconomía? La literatura sobre competitividad insiste acerca del papel crucial que para lograrla reviste la capacidad en ciencia y tecnología, y su transmisión a la educación, de los ámbitos nacionales. Como plantea Sutz, una de las marcas del subdesarrollo es el acceso desigual a la educación, por falta de recursos económicos. Otra es la falta de auto confianza en materia científica y tecnológica. Las sucesivas oleadas de innovaciones que transforman la vida de todos se originan casi siempre en otras partes. La velocidad de los avances científico-tecnológicos nos hace interrogarnos acerca de la capacidad real de nuestras sociedades para asumir como propia una actividad que afronta tantos obstáculos para resultar relevante. Por lo tanto, resulta fundamental discutir con seriedad los mecanismos de articulación entre educación, Ciencia, Tecnología, Innovación y Desarrollo, a partir de una consideración objetiva de la realidad nacional. Además del análisis de lo que habría que hacer —para lo cual es clave el análisis de la rica experiencia internacional—, hay que comprender cuáles son las dificultades para su puesta en práctica. El siguiente paso es concebir e implementar políticas y estrategias para desarrollar una educación asociada estrechamente a la producción científica y técnica. Esta pasa inicialmente por el incremento del PIB destinado a estos sectores, pero no se detiene allí: lo fundamental es decidir hacia dónde se quiere conducir al país en estas áreas.  ¿Qué rol se quiere que juegue la Argentina en el concierto de las naciones de la Sociedad de la Información? ¿Productora de conocimientos o consumidora pasiva? ¿Integrada a la Sociedad Digital o excluida de ella? ¿A la vanguardia o a la retaguardia?