INVESTIGADORES
BIEDA Esteban Enrique
libros
Título:
Aristóteles y la tragedia. Una concepción trágica de la felicidad
Autor/es:
BIEDA, ESTEBAN
Editorial:
Altamira
Referencias:
Lugar: Buenos Aires; Año: 2008 p. 232
ISSN:
978-987-9017-72-2
Resumen:
La historia de la ética en tanto disciplina filosófica está signada por la indagación más o menos racional –tal como cada época ha definido y comprendido lo que se entiende por “racional”, desde ya– respecto de lo que está bien y de lo que está mal, de lo correcto y de lo incorrecto, en definitiva, de lo positivo y de lo negativo en el actuar de los hombres. El núcleo de tales investigaciones suele ser el establecimiento de cierto ‘criterio’ más o menos rígido, más o menos flexible –al punto que podría consistir paradójicamente en la ausencia de criterios– mediante el cual sería posible discernir lo positivo de lo negativo en el actuar. En el caso particular de Aristóteles, el problema del valor de las acciones surgirá merced a la naturaleza misma del hombre, cuya esencia parece residir en el plus que implica la racionalidad respecto de su origen zoo-lógico (zôion lógon ékhon): el animal con lógos no sólo decide sus acciones sino que parece consciente de su posibilidad de decidir, con lo cual medita sobre cómo habrá de obrar; el hombre es el único animal que, en sentido estricto, actúa. Es esta posibilidad de hacer, pero también de no hacer, de actuar de un modo o del modo contrario, lo que dará sentido y fundamento a la ética en tanto estudio filosófico de las acciones de los hombres. Pero esto último oculta un gran supuesto: ¿por qué no librar a cada hombre a hacer lo que su voluntad le dicte? ¿por qué la necesidad de establecer lo que está bien y lo que está mal cuando cada uno podría determinarlo en base a sus gustos y preferencias? He aquí, entonces, aquel supuesto: el hombre no sólo es un animal que posee lógos sino también un animal político, un zôion politikón; esto es, vive inevitablemente con otros hombres, el hombre vive en una pólis, único lugar donde puede realizarse como hombre: “el que no es capaz de ejercer la vida comunitaria (koinoneîn) no necesita nada debido a su autosuficiencia o no es parte de la ciudad, de modo que es una bestia o un dios” (Política 1253a27); fuera de la pólis no hay hombres. Es la combinación de estas dos definiciones esenciales lo que hace necesaria la formulación de una ética que tematice el actuar humano.