INVESTIGADORES
BIEDA Esteban Enrique
libros
Título:
Platón y la voluntad
Autor/es:
BIEDA, ESTEBAN
Editorial:
Miño y Dávila
Referencias:
Año: 2021 p. 264
ISSN:
978-84-18095-03-0
Resumen:
Que el hombre es un ?ser en el mundo? es algo que nadie que haya nacido en el siglo XX se atrevería a discutir. No obstante, más allá del sentido puntual de la fórmula heideggeriana, es posible rastrear a lo largo de la historia de la filosofía occidental diversos momentos en los cuales el hombre ha sido incluido en un todo superior que lo incluye y, en algunos casos, lo define en tanto hombre. Esto supone, desde ya, que el sentido de la palabra ?mundo? ha mutado históricamente conservando como rasgo común, quizás, el hecho de ser una totalidad en la que se enmarca la existencia humana. Ahora bien, ¿qué entender por ?mundo? cuando del hombre griego se trata? Desde los tiempos de Aristóteles, al menos, sabemos que el hombre es un animal capaz de conceptualizaciones racionales a propósito de lo bueno y lo malo, tanto en general como para sí mismo . Dichas consideraciones racionales no se llevan a cabo de un modo aislado, sino en el marco del mundo en el que la humanidad se realiza. En el caso de la Grecia de los filósofos del período clásico, este ?mundo? se despliega en al menos tres planos diferenciables y complementarios, planos que inciden directamente sobre dichas consideraciones racionales acerca de lo bueno y lo malo, dado que es en virtud de ellos, en definitiva, que el hombre actúa: en primer lugar, las decisiones dependen del ?universo físico? del que el hombre forma parte, esto es: del plexo de posibilidades materiales que el mundo circundante le aporta para llevar a cabo sus metas. En segundo lugar, sus decisiones dependen del ?universo moral? al que pertenece, esto es: del marco ético-político en el que dicho hombre, cuyo ser también se define por su pertenencia a un entramado comunitario, habrá de realizar su humanidad . En tercer lugar, sus decisiones dependen del ?universo psíquico? que lo conforma, universo que se configura en virtud de los diversos tipos de relaciones que el hombre establezca, hacia su interior, entre sus consideraciones puramente intelectuales-racionales y sus deseos irracionales (apetitos, pasiones). De este modo, la realidad del hombre griego se desenvuelve en el marco de tres realidades: las posibilidades de su entramado físico, las posibilidades de su entramado político y las posibilidades de su entramado psíquico. A partir de esto resulta evidente que el poder de decisión humano no es absolutamente libre ?si entendemos por ?libre? sin más el hecho de no depender de ninguna clase de sujeción o impedimento?, sino que se halla siempre enmarcado en aquellas tres realidades o ?universos? que condicionan y limitan, a la vez que estimulan, su accionar.Dicho esto, resulta evidente que el hombre griego no hace simplemente lo que quiere. Respecto de lo que será nuestro interés puntual en el presente trabajo, hay al menos tres situaciones en las que su querer puede no concretarse en una acción acorde. La primera y más obvia es cuando su universo físico es adverso, esto es: cuando se quiere hacer algo que resulta físicamente imposible. Si estoy parado en la cornisa de un acantilado en cuyo extremo opuesto hay alguien golpeando a un niño; y si yo quiero impedir esa golpiza porque me parece lo correcto; pero si, por último, no hay un puente que me permita cruzar al otro lado del acantilado, entonces, aun cuando quiera impedir la golpiza y sepa o crea que eso es lo correcto, no puedo hacerlo porque mi universo físico me lo impide. Como se ve, tanto el querer del hombre como su saber o creer coinciden en una misma meta que, no obstante, no puede alcanzarse, dado que queda fuera del poder físicamente humano.En segundo lugar, puede ocurrir que el querer no se realice en una acción debido a un impedimento interno: yo sé que probar ese dulce es malo para mi salud y no quiero probarlo, pero ocurre que mi gula, mi apetito desenfrenado e irracional de comida, es tan fuerte que sucumbo a la tentación y lo pruebo. En este caso, al igual que en el anterior, el querer (no probarlo) y el saber (que es malo para la salud) también coinciden en la meta a alcanzar. La diferencia con el ejemplo anterior es clara: aquí el impedimento no es físico-externo sino interno. Este hombre no es vencido por el mundo que no puede dominar, sino por sus propios deseos irracionales. Estamos ante un ejemplo de la consabida ?incontinencia? (akrasía) o ?falta de gobierno sobre uno mismo? .No obstante, el caso del hombre frente a los dulces podría explicarse de una manera alternativa. Podría alegarse que dice saber que probar el postre le hará mal cuando, en realidad, no está en plena posesión de dicho conocimiento; es decir: dice que lo sabe pero no lo sabe realmente, puesto que, si realmente supiera que probar ese dulce le haría un gran daño a su salud, jamás podría probarlo. Este hombre no es, a diferencia del anterior, un incontinente: si bien dice ?saber? que probar el postre es malo, también considera, aunque no lo diga, que probarlo le reportará más placer que no hacerlo, razón por la cual lo prueba. A esta persona no se le podría achacar debilidad volitiva sino ignorancia: si bien en definitiva cree que probar el dulce redundará en un bien mayor que no hacerlo ?aunque diga lo contrario?, no sabe que está equivocado puesto que, a la larga, la infelicidad será mayor que el bien aparente del presente. En este tercer ejemplo estamos ante el paradójico caso de quien cree que quiere algo que, de tener un conocimiento preciso y ajustado de la situación en la que se halla, no querría: cree que quiere lo que en realidad no sabe que no quiere.Estos ejemplos tomados del sentido común resumen de un modo sencillo las distintas alternativas que analizaremos en el presente trabajo a propósito de las posibilidades del hombre para desenvolverse en sus distintos universos. Veremos, así, que tanto la tríada ?querer?, ?saber?, ?poder? como los tres ?universos? a los que nos hemos referido estructuran gran parte de lo que será nuestro análisis del actuar humano en los distintos momentos conceptuales que hemos seleccionado dentro del período clásico de la antigüedad griega.