"Contra-monumento" y "monumento ausente". Algunas reflexiones en torno a la osificación y la inasibilidad del pasado

ADRIÁN RATTO

Rosario

Jornada; Espacio, memoria e identidad; 2008

Facultad de Humanidades y Artes y Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales, Universidad de Rosario

En los últimos años hemos asistido a una obsesión por el pasado. Los museos y las conmemoraciones invaden el presente. Se habla de "giro hacia el pasado", "boom de la memoria", "industria de la memoria" (Kerwin Lee Klein, 2000, 127) . Los medios masivos, la moda retro y el marketing de la nostalgia, entre otras cosas, han hecho posible esta permanente vuelta al pasado. La constante repetición de lo ya sido ha borrado la diferencia entre pasado y presente, a partir de lo cual Andreas Huyssen afirma que "el mundo se está musealizando" (Andreas Huyssen, 2007, 19). El pasado, empaquetado, deshistorizado y comercializado, circula constantemente. De esta manera la memoria se independiza de los sujetos, se endurece lentamente, se osifica. Los hombres se ilusionan con una memoria total y la memoria deviene mero receptáculo neutro donde se almacenan todos las experiencias del pasado, experiencias que reflejarían fielmente los hechos pasados. Frente a esta concepción de la memoria como "espejo fiel" se elevan las voces de aquellos que rescatan lo que hay de subjetivo en la recuperación del pasado. Para estos teóricos la memoria no es algo pasivo y la relación con el pasado es siempre una construcción. Esta división se ha visto reflejada en los debates en torno a la representación de pasados traumáticos, frente a aquellos que pretenden una representación objetiva se encuentran quienes entienden que todo intento de representación objetiva implica una distorsión, como por ejemplo Ankersmit o Lyotard. No obstante, entre las dos posturas extremas podemos encontrar alternativas como las de la representación contra-monumental o la representación ausente. Estos dos tipos de representación intentan rescatar la posibilidad de dar cuenta del pasado sin renunciar a lo que éste tiene de abierto. El objetivo del trabajo será mostrar que la ausencia del monumento no logra dicho objetivo. La razón es que la contra-memoria remite a dos dimensiones de la memoria: al referente y a la construción que sobre él se hace, en cambio la ausencia del monumento muestra solo una dimensión de la memoria, su lado activo, el referente es la ausencia misma, o sea, no hay referente. De esta manera la ausencia de monumento, el espacio vacío, se desliza hacia la posición extrema de aquellos que niegan la posibilidad de la representación.